- Redacción
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- 2006-02-01 00:00:00
Dicen algunos que en Madrid hay de todo, como en botica. Esta ciudad es un mosaico, un caleidoscopio, un aluvión. La Villa y Corte de Madrid está hecha así: con retales de España entera. No es de extrañar que aquí se beba vino de todas partes… menos el suyo. Bueno, ya no tanto. El cosmopolitismo madrileño parecía menospreciar los vinos que se elaboraban en su tierra, pese a la fama de antaño. Un ejemplo: en la tabernas el vino era principalmente de Valdepeñas, eso sí, con el añadido madrileño de agua de Lozoya, que aquí se chateaba mucho y ligero. Otros tiempos de casticismo y taberna. Hoy, la DO. Vinos de Madrid cumple 20 años. En este periodo se ha pasado de 7.000 botellas a casi cuatro millones; de 5 bodegas a 39: de 7 marcas a 82. ¡Cómo ha cambiado todo! Sin embargo, todavía no se ha ganado la batalla de Madrid. Y ya se sabe: ¡quien conquista Madrid, conquista España¡. Esta es una gran urbe viva y exigente donde compiten Rioja con Ribera, Priorato con Somontano, Toro con La Mancha, Bierzo con Cigales. Y es aquí donde los vinos de Madrid luchan por hacerse un hueco, contando tan sólo con sus propios méritos. Argumentos tiene: sus casi 12.000 has. de viñedo registrado, una uva autóctona, la Malvar, su poderosa Garnacha, su estilizado Tempranillo, el contundente Cabernet Sauvignon, la magnífica Syrah, y ahora un buen Moscatel de grano menudo; y posee comarcas de tradición vitivinícola como Arganda, Navalcarnero y San Martín de Valdeiglesias. Sin embargo, ganarse la plaza de Madrid y sus millones de habitantes exige mucha paciencia, buenos vinos, y una ingente tarea promocional. Pero sobre todo, calidad, porque no se cuenta con el plus de patriotismo regionalista que tienen el resto de las zonas vitivinícolas de nuestro Estado de las Autonomías. El camino lo marcan tintos como los de Tagonius, Regajal, Qubél, Viña Maín, Manu, Grego, Divo, Tapón de Oro… Y, al acecho, profesionales como Telmo Rodríguez, que ya demostró en Cebreros la magnificencia de la viejas garnachas mesetarias, y que ahora ultima su proyecto madrileño en San Martín de Valdeiglesias. Su tinto Montazo está llamado a ser uno de los grandes. Aunque para Grande y de España, Carlos Falcó, el mago de la syrah, que ha puesto sus esperanzas en Aldea del Fresno y su finca El Rincón, con una espectacular garnacha tintorera. Todos, y los que surjan, marcan el renacimiento imparable de los vinos de Madrid.