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Los vinos de Galicia están imponiendo su prodigiosa frutosidad, la frescura y el equilibrio de su estructura, el encanto de sus elegantes y aromáticos varietales, fundamentalmente Albariño, Godello, Treixadura o Loureiro, para los blancos, y la singular Mencía para los tintos. Algo ya comúnmente aceptado. Menos conocido y más trascendente es que, desde hace unos de años, el viejo sueño de viajeros con brújula enológica se ha convertido en realidad: se selecciona la viña, se reduce la producción pese a la demanda de uva, se busca la expresión de cada territorio. Y los vinos gallegos, fruto de la maravilla de sus mil y una colinas, se estilizan y ganan elegancia al tiempo que una mejor evolución en la botella. Y es que están descubriendo en Galicia las bondades del viñedo viejo y sano, de producciones pequeñas pero de uvas maravillosamente complejas cuando clima y cosecha lo favorecen. Complejidad que alcanza el paroxismo si intervine la botritis noble que, de tanto en tanto, aparece por estas benditas tierras. Vinos de poderoso aroma primario enriquecido por notas minerales y florales, con la personalidad que viene del terruño y la cepa. Blancos así enriquecen el panorama de los albariños, y ejemplarizan la posibilidad de arrancar a esta gloriosa uva matices impensables hasta ahora, ganando finura y elegancia. En la misma línea se encuentran hoy muchas bodegas de las diversas denominaciones de origen gallegas -Rías Baixas, Valdeorras, Monterrei, Ribeiro, Ribeira Sacra- que crecen día a día en cantidad y calidad. Si es verdad que queda todavía mucho por hacer, lo realizado es alentador. Porque Galicia cuenta con todas las condiciones, incluido un consumo per cápita de vino superior a la media nacional, para convertirse en una potencia vitivinícola. Lo que ayer era obra de unos pocos, hoy conforman legión. Donde antes sólo había singularidades, hoy se puede encontrar una oferta amplia y diversificada. Una tendencia irresistible hacia la calidad se extiende por todas las zonas vitivinícolas de Galicia y está dibujando el futuro. No hay vuelta atrás.