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Posibilidades electivas

  • Redacción
  • 2007-05-01 00:00:00

Uno de los índices más significativos del impresionante progreso enológico español de la última década es el de la evolución de los rosados. Hace algo más de diez años, cuando nació esta revista, en nuestro país el rosado era, en gran medida, un vino sin personalidad, anodino, al que le venía como anillo al dedo aquella manida frase con la que se solventaba el siempre delicado tema de la elección del vino en el restaurante: “déme un rosado fresquito, que va bien con todo”. Sólo se le pedía eso, frescor e intrascendencia. Nuestros rosados eran vinos buenos para todo, un recurso fácil cuando comenzaban los calores a desnudar nuestro criterio de pesadas exigencias gastronómicas. La insoportable levedad del rosado. ¡Cómo han cambiado las cosas! Hoy el rosado no sólo está de moda, sino que ha conquistado el sitio que se merece entre los vinos de calidad. Ya no es un lugar común, sino una tipología que encierra, como la de los blancos o tintos, todas las posibilidades enológicas de los buenos vinos. La elección de un rosado debe realizarse, por lo tanto, con el mismo rigor y conocimiento que pide el resto de la familia. A facilitar esa tarea nos hemos dedicado en MiVino, puntualmente, todos los meses de mayo desde aquel nº 11 de 1997. Así, una vez más, hemos chequeado para nuestros lectores el amplio panorama de los vinos rosados españoles. Y hemos podido constatar, como ya ocurriera el año pasado, que la bondad de la vendimia del 2006 ha propiciado la aparición de excelentes rosados en casi todas las zonas vitivinícolas españolas. El abanico de posibilidades electivas es inmenso. Se puede optar por un rosado de prácticamente todas las variedades tintas que hoy se cultivan en nuestros viñedos, con la expresión frutal característica de cada una de ellas bien definida. O elegirlo en función de la zona vitivinícola de nuestra predilección. Si el criterio es gastronómico, y el desafío el de armonizar los rosados con algún plato de nuestra cocina, contamos con una amplia paleta de sabores, aromas, cuerpo y estructura. Incluso, la gama de precios es bastante mayor que la de años pasados, lo que no deja de ser un síntoma saludable de madurez.

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