- Redacción
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- 2007-07-01 00:00:00
Cuando la “chardonitis” impone su gusto denso, amielado, y la crianza borgoñona se generaliza abusivamente hasta cansar al más afrancesado de los consumidores, es el momento de volver la vista a nuestros varietales blancos autóctonos de calidad. Porque, aunque apenas se puedan contar con los dedos de una mano, hay entre ellos algunos que encierran posibilidades extraordinarias, arrinconados injustamente por la producción abusiva, la mala práctica enológica, y la desinformación generalizada. Reivindicados ya el Albariño, Verdejo, Godello, Treixadura y Garnacha blanca, hay que romper una lanza por la Viura/Macabeo, uno de los varietales blancos más extendidos en nuestro país tras la manchega Airén. Sobre esta uva, los riojanos crearon un tipo de blanco con larga crianza en roble americano que durante años fue exponente de nuestro mejor logro enológico. En Cataluña, destinado hasta hace poco a un modesto papel en la producción masiva de cava, comienza a conquistar protagonismo, mostrando en solitario sus virtudes aromáticas, las notas florales ocultas, la acidez cítrica perdida, y el tacto agradable de su boca. Navarra, Aragón, Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura... el uso de la Viura/Macabeo se extiende y progresa. Y es que, bien cultivado y mejor elaborado, con la crianza adecuada en madera o en depósito, este varietal aporta al vino un contrapunto aromático -el plano de la fruta carnosa, y el punto de fuga herbáceo- capaz de actuar como un eficaz resorte para la evocación de paisajes olorosos que se abren a la plenitud de un paladar fresco y ligeramente astringente. Uva de las cualidades evidentes, pero no fácilmente expresables, está originando una nueva oferta de vinos blancos españoles de buen nivel, que se unen a los logros incontestables del resto de las variedades nobles españolas antes mencionadas. Claro que todavía queda camino. Hay que generalizar lo que hoy es patrimonio de unos pocos: finura y sutil complejidad. Que el vino se afine y enriquezca en la crianza reductora, bien en el amplio vientre de los depósitos, bien en el claustro traslúcido de la botella. Solo entonces los blancos de Viura/Macabeo lograrán el caché de los grandes. Como demostró en su día el pionero Marqués de Murrieta. Como ya muchos pueden hacerlo hoy.