- Redacción
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- 2008-12-01 00:00:00
Una pregunta se repite obsesivamente cuando se habla con profanos de vinos caros: ¿de verdad es tan bueno como para costar tanto? Pregunta con miga que contiene, como una tautología insufrible, la presunción de que el precio de cada vino se corresponde con su calidad. Esta creencia está más generalizada de lo que se piensa, y evidencia la “impureza” de un mercado regido no sólo por leyes económicas sino por determinantes psicológicos y culturales -es la “behavioral economics”, estúpido-, como ha demostrado el Premio Nobel de Economía, Daniel Kanheman. Hay compradores que piensan estar adquiriendo los mejores vinos simplemente porque son los más caros. Este fenómeno es causa del aumento desmedido del precio de los vinos de culto, y el motivo de que algunos bodegueros quieran elevar la calidad de su vino por arte de birlibirloque, es decir, mediante el precio. La cuestión no es baladí, porque estamos hablando de vinos que se venden a más de 30 euros, y que incluso llegan a los 100 en algunos casos. Al crítico, siempre que no viva encerrado en su castillo de papel, el precio debe importarle, aunque no hasta el extremo de distorsionar su juicio. Porque la calidad se mide exclusivamente por valores emocionales, en base a datos organolépticos. Ahora bien, dado que el vino juzgado está destinado al consumo -lo que no siempre es el caso-, en la orientación que toda crítica debe contener hay que incluir el precio y su justificación. Hablemos claro, en la proliferación de vinos a precio de “Gran Cru” que se da hoy en nuestro país, hay una buena dosis de voluntarismo, por decirlo suavemente. Y al amante del vino que se asombra, cuando no escandaliza, ante un tinto español recién nacido que vale casi el doble que un Vega Sicilia “Único”, hay que decirle que no existe calidad capaz de justificarlo. Venturosamente, el mercado español ha evolucionado tanto que ya hay muchísimos vinos de notoria calidad con precios ajustados y justos. Muchos comerciantes han reorganizado sus catálogos y resaltan en primera plana los vinos con mejor precio. Su objetivo es buscar un equilibrio entre el precio y el deleite. Hoy, el consumidor está abierto a cualquier oferta siempre que tenga un buen precio, y se inclina por los vinos de gama media. Vinos sabrosos, bien elaborados y con dosis de originalidad. Una oferta que crece de año en año.