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Hace un mes leí un artículo interesantísimo sobre por qué en el Vaticano se bebe más vino que en todo el mundo. El tema tiene su profundidad, en la que no voy a entrar en este editorial, pero sí quedarnos con los datos: de 800 habitantes que forman el pequeñísimo estado independiente del Vaticano (0,44 kilómetros cuadrados de extensión) se bebe nada más ni nada menos que 45.000 litros al año de vino, esto quiere decir que cada uno de sus habitantes consume una media de 4,5 litros al mes.
El mundo del vino merece una reflexión: en España sigue cayendo en picado el consumo del vino; en Francia, el personal anda muy revuelto porque ¿cómo es posible que un vino chileno sea el vino oficial del Tour de este año? -tengo que confesar que yo no sabía ni que había un vino oficial del Tour de Francia- y el mayor productor de vino chino -Changyu- ha entrado de pleno en Rioja y su producción de vino está ocupando las estanterías de los supermercados españoles... Y ojo al Changyu Noble Dragón, el vino más vendido del mundo -450 millones de botellas anuales-.
Todas estas reflexiones las lanzo ahora que el equipo de MiVino-Vinum estamos cerrando la séptima edición de la Guía del Vino Cotidiano -demostrando un año más que beber buen vino no tiene por qué ser caro-, que el comité de cata de esta revista acaba de seleccionar los mejores blancos de nuestro país y que, con las vacaciones a la puerta, qué mejor que comenzar a hacer planes de viaje y recorrernos las islas españolas -Canarias y Baleares- siguiendo la estela que marcan las viñas... Si entre todos consumiéramos una copa de vino español al día contribuiríamos no solo a ser cada vez más felices, sino a defender una cultura, una historia y una manera de entender nuestro país. Os deseo un feliz y vinícola verano.