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M ás pronto que tarde, de aquellos cortes de poda que se han ido haciendo a la viña en invierno, brotará la vida. Primero, las perlas líquidas que nacen de las propias heridas advertirán al viñador de que el nuevo ciclo ha echado a andar. Después, las yemas se hincharán hasta eclosionar con la fuerza y fragilidad de un brote tierno del que penderá la nueva cosecha. La vid es puntual. En cuanto resuena en su interior la amabilidad de las temperaturas, se sacude la pereza invernal sin mayor problema. Puntual y confiada. Está convencida de que será atendida por la mano del hombre. Lo que no sabe es que esa mano, cada año que comienza, está más cansada y necesita un relevo joven y vigoroso que sea capaz de continuar con la noble misión de cuidarla. Un reemplazo obligatorio que es ley de vida para la vid y para la población rural que vive de ella. Quien más quien menos ha oído hablar del problema de precios por el que atraviesan los agricultores españoles. Una situación delicada que pone en jaque a nuestro sector primario, pero que además es un ataque a la línea de flotación de la vocación de las nuevas generaciones agrícolas ante su quebradizo futuro. Nuestro compromiso con el sector lo hemos sellado con un reportaje en el que cuatro jóvenes viticultores toman el relevo de sus padres y con una sección nueva: Diario de un viticultor. En ella os enseñaremos las labores que se realizan en un viñedo mes a mes y la transformación que en él va sucediendo. Contenidos que hemos compaginado con un nutrido número de temas como la deliciosa cata de vinos murcianos, bocados tan cotidianos como la croqueta e historias tan intrigantes como la del vino en el Antiguo Egipto. Marzo comienza con fuerza sabiendo que al acabarlo será ya primavera. Un ciclo que por nuestro bien debe ser perpetuo.