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En la cinta Nacida ayer, de 1950, protagonizada por Judy Holiday, cuya brillante interpretación del personaje Emma Billie le valió el Oscar a la Mejor Actriz, entre otros galardones, Paul Verral (William Holden), en su misión de cultivar los modales y el conocimiento de Emma, le dice: "El mundo solo podría ser tan bueno como lo fuera la gente que viviera en él". Un mensaje que responsabiliza el devenir de las civilizaciones única y exclusivamente al ser humano. Y lo hace desde un punto de vista positivo: "Podría ser tan bueno". Está claro que esta obra maestra del cine, además de considerar la cultura y la sabiduría como única vía de libertad, vincula la buena marcha del mundo a la empatía entre sus habitantes. Vivimos tiempos en los que los nubarrones de la confrontación y la indiferencia lastran nuestro ánimo hasta la apatía, pero he de deciros que, si giramos levemente el caleidoscopio de la vida, las cosas pueden cambiar. Entre las multiples maravillas que nos rodean todos los días y de las que apenas nos percatamos, el vino, como no podía ser de otra forma, es una de ellas. Alrededor de una copa de esta bebida milenaria, la empatía brota entre nosotros: nos desborda de alegría en los buenos momentos y nos consuela con recogimiento en los menos buenos. En una botella de vino hay trabajo, capacidad de superación, aprecio por el entorno y voluntad de mejorarlo. Hay muchos motivos para estimular la empatía y muchas herramientas para favorecerla. Ahora que comienza uno de los meses más alegres del año, disfrutad del buen ánimo de un rosado con vuestros seres queridos, sumergíos en la naturaleza a través de experiencias enoturísticas y enriqueceos lo máximo posible para combatir el desaliento.