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P ocas veces se da importancia al trabajo de las personas que hay detrás de una película, un programa de televisión, una obra de teatro o una publicación. Incluso, cuando se les nombra, por ejemplo, en el discurso de una entrega de premios, hay tal rutina esperada que apenas cala en los asistentes e incluso en los aludidos. Y, si no, pensad cuántas veces habéis escuchado aquello de "sin ellos, este trabajo no hubiera sido posible" al final de la letanía de agradecimientos. Entre las bambalinas de MiVino hay gente muy especial que jamás firma textos ni aparece en fotos, pero, creedme, son los verdaderos creadores de la revista. Los que escribimos, catamos y fotografiamos solo tenemos que hacer eso, pero para poder hacerlo tiene que existir una maquinaria perfectamente engrasada puesta en marcha por personas de gran valor humano y sobre todo comprometidas con el sector del vino. No se me ocurre el día a día en la redacción si no estuviera nuestra querida Yolanda en administración poniendo orden en los infinitos papeles y en la recepción de muestras, sobre todo ahora que estamos en plena creación de la Guía del Vino Cotidiano. Aunque, claro, si estamos todos pero falta Ángel, nuestro hombre orquesta, os aseguro que esto no sería lo mismo. Y, desde luego, si ellos dos están pero faltan Jorge y Alejandro, que son los que, ni más ni menos hacen viable la revista, pues no hace falta decir que este texto no podría estar escribiéndose. Por eso, en el mes en el que damos comienzo al verano, quería no solo agradecerles todo el trabajo que realizan mes a mes, sino homenajear a todas las personas que trabajan para y por el vino aunque no aparezcan en los medios ni suban a recoger los merecidos premios.
