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Prioridades desatendidas

  • Antonio Candelas
  • 2022-10-31 00:00:00

El uno de octubre dio comienzo el nuevo año hidrológico en nuestro país. Los datos no dejan lugar a dudas. Desde 1961 hemos vivido el tercer año más seco de la serie. En un año, el color de los mapas que monitorizan la sequía ha ido pasando de tonalidades que indicaban una cierta normalidad a otros que alertan de una situación dramática en amplios sectores geográficos. Por otro lado, el agua embalsada apenas supera el 30% de la capacidad total. Podría continuar con más datos sobre este asunto que sobrecogen; pero, más que abrumar, lo que pretendo es invitaros a la reflexión. Aunque nos parezca mentira, de cronificarse esta emergencia que ya es real, las consecuencias serían verdaderamente dañinas para nuestra sociedad. A las restricciones de consumo le seguiría un aumento del precio de las materias primas por la escasez de las cosechas, por no hablar de otras consecuencias como los inclementes incendios o la devastación medioambiental. La coyuntura actual de inflación e inestabilidad geopolítica sería un aperitivo comparado con un escenario de sequía prolongada.
Pero la presión sobre los embalses no solo es una cuestión de escasez de precipitaciones, también de la demanda que existe. Hemos llegado a normalizar el gasto de agua por encima de nuestras posibilidades y es el momento de ponerse serios con su gestión. Son necesarias políticas que pongan coto al derroche, que incentiven los cultivos de secano y a la vez impulsen el ahorro en empresas y hogares. Parece que octubre nos ha regalado unas precipitaciones de un valor incalculable. Seamos conscientes de ello y no demos por hecho que siempre tendremos garantizado un buen pan, un aromático aceite, un nutritivo vaso de leche o una copa de vino rico. Atendamos a lo que realmente importa porque de ello depende nuestro futuro.

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