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Unos días antes de escribir el último editorial del año volví a ver a un amigo de mi etapa de estudiante al que no veía desde hacía demasiado tiempo. Un entrañable encuentro que me hizo recordar la bella historia japonesa del Hilo Rojo, por la cual se explica por qué dos personas se encuentran y reencuentran a pesar de las piruetas y volteretas que pueda dar la vida. Según cuenta la leyenda, es debido a un hilo rojo invisible que al nacer se nos anuda a nuestro dedo meñique y cuyo cabo opuesto es atado al mismo dedo de otra persona. Ese vínculo es tan poderoso que no habrá dificultad, por grave que sea, que impida que esas dos almas vuelvan a encontrarse y se mantenga viva esa relación de amistad por siempre. Leyendas aparte, llegan fechas de esperados reencuentros. Aunque hay voces que alzan su tono estos días para afear esta época a base de manidos tópicos poco imaginativos, lo cierto es que llevamos unos años que, entre unas cosas y otras, hemos ido aplazando abrazos y botellas descorchadas. Sin embargo, parece que las navidades de este año volverán a ser, o eso esperamos, como las de antes. Con sus luces, adornos, valses, deseos de paz y, cómo no, con su gastronomía propia para las comidas y cenas que se avecinan. Por eso, y como no podía de ser de otra forma, en el último número de 2022 de MiVino hemos trabajado duro para ofreceros una completa guía de tintos con los que sorprender en vuestras celebraciones e incluso una cuidada selección de vinos dulces para que los tengáis en cuenta en las sobremesas interminables. Propuestas alternadas con deliciosas historias de vino para los momentos de descanso, que también los habrá. Brindo por los reencuentros de estas navidades, para que se hagan extensivos a todo el próximo año, que seguro que serán muchos y muy felices.
