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Hace unos días, hablando con un inquieto elaborador de esos que tienen la bodega repleta de pequeños depósitos repartidos entre "los de verdad", a cada cual con una genialidad más brillante, me hizo recordar aquella frase atribuida a Albert Einstein en la que definía la creatividad como la diversión de la inteligencia. Y me hizo recordarla porque mientras me explicaba el contenido de esos pequeños recipientes, me parecía que, ante todo, había estado disfrutando en cada paso, en cada decisión de ese proceso transformador que es el vino. Un ejemplo más de que las cotas de creatividad alcanzadas en el sector son no solo extraordinarias, sino históricas. Además, se trata de una creatividad que, respetando los lazos con el pasado, trabaja con altura de miras y pone a su servicio el conocimiento y los avances técnicos. De alguna manera, en el número de abril de MiVino hemos querido recopilar una generosa muestra de los gestos creativos que hoy podemos disfrutar en nuestro sector del vino. Aunque Castilla y León ha acaparado parte de nuestra atención, con la diversidad de la Ribera del Duero o los proyectos cualitativos que trabajan para valorar majuelos casi perdidos, o zonas alejadas del mundanal ruido, también nos hemos detenido en una forma de entender el Marco de Jerez diferente. Una forma muy noble de devolver a uno de los rincones más relevantes del vino a nivel mundial su identidad y prestigio. Pero, sin duda, lo que más nos ha llamado la atención es la voluntad, el respeto y ese punto disfrutón con el que cuentan todos esos proyectos recopilados en este ejemplar. Seamos divertidos y creativos en la vida, que seguro que todo marchará sobre ruedas. Y, si es con vino, mucho mejor.
