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La delirante deriva que está tomando la sociedad actual –instalada en el trazo grueso, en la simplificación grotesca de cuestiones complejas o en dibujar líneas para significar claramente los bandos– está contagiando peligrosamente al sector del vino. No es la primera vez, ni lamentablemente la última, que veremos en importantes medios de comunicación de tirada nacional ataques deliberados contra el vino sin importar las consecuencias, aprovechando la delicada y grave problemática del alcoholismo que vivimos. El pasado 2 de abril, en la versión web de uno de estos altavoces nacionales, se podía leer un artículo en la sección de ciencia y salud con este titular: ¿Es bueno para la salud tomar una copita de vino al día? Ante tan capcioso titular, la conclusión era la siguiente: "El único consumo totalmente seguro de alcohol es cero". Todo el argumentario se centraba en desmontar los beneficios de una copa de vino al día, es decir, un consumo moderado de bajo riesgo, según el Ministerio de Sanidad. Honestamente, no creo que el problema sea hacer saber a la población que es evidente que cualquier consumo de alcohol –por pequeño que sea– no resulta beneficioso para la salud o lanzar el "tranquilizador mensaje" de que si no queremos tener problemas lo mejor es cortar por lo sano. Debemos exigir mayor rigor, precisión y sentido común en los mensajes que se trasladan a la opinión pública porque, más allá de la importancia de las visualizaciones o del ruido que se genere, el daño producido, poco a poco, va horadando algo tan preciado como nuestro campo, nuestra cultura y nuestro patrimonio. En cualquier caso, cuidado con promover la cultura del riesgo cero en una sociedad necesitada de certidumbres y referentes porque puede ser muy peligroso. Creo que es mejor educar.