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El cariño a nuestra tierra, y por lo tanto a su cultura, es sin duda un cimiento sólido para construir una felicidad, siempre anhelada y a veces un tanto desvirtuada por la inmediatez de la realidad que nos rodea. Cuando conectamos con nuestro entorno y comprendemos la riqueza de nuestra herencia cultural, experimentamos un sentido de pertenencia que puede manifestarse en diversas formas, como el respeto y la preservación del entorno natural que nos rodea o la participación activa en el desarrollo de la sociedad. Asimismo, el arraigo cultural proporciona un marco de referencia que da significado a nuestras experiencias. Al percatarnos de los pequeños detalles diarios que conforman nuestra sociedad, desarrollamos una perspectiva más profunda sobre la vida y sus desafíos. Esta comprensión puede influir en cómo enfrentamos las adversidades y celebramos los triunfos, creando un equilibrio que contribuye a una sensación duradera de bienestar. Aunque parece que fue ayer cuando descorchábamos 2023, en el último brindis del año el equipo de MiVino quiere señalar la importancia de ser feliz en la grandeza de las cosas pequeñas, cotidianas, aquellas que por un motivo u otro nos resultan familiares y en las que nos sentimos confortables. Y lo hacemos porque creemos que es una vía de éxito infalible para afrontar el 2024 que está a punto de comenzar. Este número navideño de MiVino, que se encarga de despedir un año y dar la bienvenida a otro, está rebosante de ideas para que el vino forme parte de esa búsqueda de la felicidad en estas fechas y en los próximos meses. Siempre desde la moderación y siendo conscientes de que el vino es cultura, paisaje y un ejemplo de pasión por un territorio y una forma de vida.