- Redacción
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- 1997-04-01 00:00:00
Abril es el mes del Fino y la Manzanilla, o de la Manzanilla y el Fino, que tanto monta. Con las ferias sevillanas repartidas por toda España -allí donde se encuentra un grupo suficientemente amplio de andaluces surge espontáneo el cante, las palmas, el baile y la bebida-, y capitaneadas por la feria madre de todas las ferias, este generoso de tez pálida, seco como nadie, punzante y sutilmente complejo, que combina madera y almendra con dejes de mar, fruta y hierba, impone su ley y hace del trago una fiesta enológica suprema. Sevilla es la grandeza del Fino y la Manzanilla, o de la Manzanilla y el Fino, que tanto monta, su apoteosis embriagadora y contagiosa. Aquí se sentencia la primacía de uno u otra; aquí se sienta cátedra sobre marcas; aquí se gestan las glorias y fracasos de tantas bodegas. Y aquí, sombra inexorable de todo juicio sumario, se cuecen las mayores aberraciones, los malentendidos más tenaces, los insufribles equívocos, la incultura del vino cimentada en su consumo abusivo. Ha sido Sevilla quien dictaminó que era más suave y ligera la Manzanilla, que su color debía palidecer cada año hasta acercarse peligrosamente al del agua denostada, que el grado alcohólico se atemperara porque la feria es larga y hay que mantener la cabeza serena. Sobre su apolíneo culto báquico se ha levantado un cúmulo de malentendidos que es bueno aclarar. Porque son el Fino y la Manzanilla, o la Manzanilla y el Fino, que tanto monta, dos vinos generosos iguales, fruto de las mismas tierras albarizas, de la misma uva Palomino, de una misma y milagrosa crianza biológica, del mismo e insustituible sistema de soleras, del mismo genio gaditano. Y son también diferentes, porque tiene la Manzanilla una “flor” perfumada de salitre que permanece todo el año, lo que se manifiesta en un brillante color pajizo dorado y un aroma más afrutado que el Fino, señor de soleras, que se cubre de hermoso color oro pálido y ofrece al olfato una sensación más punzante y almendrada. Iguales en riqueza alcohólica, iguales en calidad, iguales en efectos embriagadores, pero diferentes en la sutileza de tonalidad y aromas. Bebamos, pues, la marca que más nos guste sin discriminaciones por supuestas ventajas fisiológicas. En este número hay una amplia selección de los mejores. ¡Y que Abril sea todo el año!