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La sombra de Peynaud

  • Redacción
  • 1997-06-01 00:00:00

Ahora que parece estar de moda tener un enólogo francés en plantilla, o al menos como asesor de fortuna, no está de más recordar a un hombre sabio y discreto, providencial para nuestra zona de Rueda, donde el blanco se aferra al terruño y la cepa reconoce y expresa el medio natural que la cobija. Hablo de Emile Peynaud, lúcido octogenario, autor de libros imprescindibles y lecciones magistrales inolvidables desde su Departamento de Investigación de la Estación Agronómica y Enológica de Burdeos. A él se deben algunas de las técnicas y estudios de vinificación y mejoramiento de la calidad de los vinos fundamentales en la moderna viticultura. Y es mérito suyo el haber asesorado e impulsado alguna de nuestras mejores realizaciones vitivinícolas. De su visión de futuro, amplitud de miras y ausencia total -bendito sea- de chovinismo se han derivado algunos de los consejos más rentables que bodeguero alguno haya podido recibir. Como el que dió a Paco Hurtado de Amézaga, cuando los Herederos del Marqués de Riscal buscaban una zona para elaborar blancos. Peynaud señaló la zona de Rueda y sugirió la plantación, junto a la cepa de Verdejo, de la excelente Sauvignon blanc. Pensaba, y el tiempo le ha dado la razón, que aquí el varietal francés podría desarrollar todo su potencial aromático, complementando perfectamente las aportaciones propias de la uva autóctona. Hoy en Rueda existe una generación de blancos, con una u otra uva, o con las dos juntas, que se están convirtiendo en los mejores del país. A su vez, la tierra, el clima, los viticultores y bodegueros han sido determinantes para que el varietal foráneo desarrolle una personalidad acusada que le distingue y diferencia de sus hermanos gemelos de Francia. Y así, aquel consejo de hace veinte años se ha convertido hoy en una maravillosa realidad, tal como el genio y la intuición de Peynad habían previsto. Rueda y sus blancos magistrales vienen pletóricos a nuestras páginas. Y, con ellos, el recuerdo y homenaje al hombre que supo ver el futuro en su pequeña y maravillosa copa de cristal.

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