- Redacción
- •
- 1999-09-01 00:00:00
Solar de conquistadores, tierra de vinos de pasto como en tantas partes de la España vitivinícola profunda, en Extremadura reina el blanco mientras el futuro es tinto. Hubo quien aconsejó, con aires de “experto”, que Tierra de Barros, la principal zona vitivinícola extremeña, se especializara en vino para brandy, como la región de Cognac. Falsa salida hacia la nada que todavía tienta a algunos viticultores.
La caída de precios del granel, el descenso en la demanda de destilados y la necesidad de dignificar una región histórica han llevado a la Junta de Extremadura a unificar las distintas zonas vitivinícolas de Tierra de Barros, Ribera Baja, Ribera Alta, Montánchez, Matanegra, Cañamero, etc., en una sola y grande D.O. por nombre “Ribera del Guadiana”. Decisión más que discutible ya que las diferencias entre estas regiones son notables, pero que tiene la ventaja de aunar esfuerzos para la aventura del vino moderno.
Y hablar del vino moderno en Extremadura es referirse, en primer lugar, a Marcelino Díaz, que apuesta desde los años 70 por el vino de calidad, demostrando con su “Lar de Barros” las posibilidades vitivinícolas de la región. Fue el primero en comprender que el viñedo de Tierra de Barros necesitaba de una profunda reconversión hacia el tinto, incorporando varietales de calidad, primero Tempranillo, luego Cabernet Sauvignon. Con el mismo espíritu innovador, “Viña Extremeña” ha cosechado elogios gracias a un joven y entusiasta bodeguero, Alfonso Schlegel, de padre suizo y madre extremeña. Director-Propietario de la Bodega, ha conseguido situar a sus vinos entre los mejores de Extremadura, acaparando medallas de oro, plata y bronce en todos los concursos a los que se ha presentado. En la comarca vitivinícola de Matanegra, Antonio Medina elabora un tinto recio, cálido, cordial, honrado, que retrata a la perfección el perfil de su gente: el “Jaloco”, lo mejor de la zona y uno de los más destacados de la región. Y en plena Sierra de los Lagares, Las Grandas elabora su magistral “Torre Julia”, un Cabernet Sauvignon profundo, casi atlántico, en pleno corazón de Extremadura.
Todos unidos, al igual que los “trece de la fama”, junto a incorporaciones como Catalina Arroyo, la S.A.T. Santiago Apóstol, Ruiz Torres, en Cañamero, o la Coop. del Campo de San Marcos, son la garantía de que, una vez más, la aventura de los esforzados extremeños tendrá éxito. Un mercado ávido de nuevas zonas con vinos a buen precio les espera. En cualquier caso, no hay vuelta atrás: las naves están quemadas.