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Monvínic. Barcelona. Viaje al corazón del vino

  • Redacción
  • 2008-11-01 00:00:00

Texto: Sara Cucala En Francia me perdí por el Valle del Ródano a través del sabor tánico de un Cuvée Hommage à Jacques Perrin de Château de Beaucastel. En Austria anduve entre las viñas que crecen en los suelos rocosos de Weingut Familie Nigl, en Senftenberg. En Australia, visité uno de los viñedos más extensos del mundo, los de Southcorp Wine, poniéndome en boca la sutileza de los últimos vinos de Rosemount Estate y de Wynn’s Coonawarra Estate. Y regresé a España, para compartir un Pingus 2006 con un grupo de amigos. Un viaje de ida y vuelta por los viñedos del mundo sin moverme de uno de los mulliditos y coloridos asientos del Centro de Cultura del Vino, Monvínic, en Barcelona, que, con apenas dos meses de vida, apunta maneras de elegante, transgresor, diferente, único e innovador caballero del vino. Entrar en su espacio es sumergirse en un delicioso trampantojo que simula ser una barrica de diseño vestida con maderas nobles, cristales pajizos (“como un vino de Rueda”, pienso), blancos inmaculados y remates dorados que suena a jazz y sabe a abecedario de vino. Mi lanzadera hacia ese viaje por el ‘vinoespacio’ fue el wine bar de Monvínic. Frente a la barra, jugueteando con la carta electrónica de vinos y cotilleando las frases que retumbaban en mis oídos procedentes de uno y otro lugar: “Frutal en nariz y seco en boca”, “los aromas me llevan a mi infancia, cuando mi padre abría esos puros que solían traerle de Cuba…”, “nunca imaginé poder estar bebiéndome un Vega Sicilia”. Para todos los públicos Al mirar a mi alrededor descubrí que no hay edad para los amantes del vino. A un lado de la barra hay una pandilla de jovencitos que no deben de superar la treintena y al otro, en una mesa, varias damas atusadas con abrigos de piel. Hay quien utiliza un lenguaje técnico y quien se deja llevar por la pasión. Quien disfruta en silencio y quien necesita vociferar sus conocimientos. Pero entre todos los que allí estábamos, había algo unánime: allí se va a entender, hablar y escuchar según la gramática del vino. Lo sabes en el instante en que comienzas a toquetear la carta de vinos. En esa pantalla táctil inicias un viaje por los cinco continentes y al paso vas viendo la ficha técnica de cada vino, alguna foto de las viñas y, con suerte, la cara del bodeguero. Pero no encontrarás un comentario sobre las referencias. “El análisis lo tienes que hacer tú”, me dice una voz afrancesada. Luego descubres que es la de la cabecilla de un grupo de enólogos de Monvínic. Se llama Isabelle Brunet y fue sumiller de El Bulli, trabajó en Lavinia, también con el viticultor australiano Phillip Jones y, desde hace cinco años, es la mano derecha del creador de este micromundo vinícola, Sergi Ferrer-Salat, empresario farmacéutico, amante del vino y nuevo bodeguero del Priorat con su Ferrer Bobet. Los enólogos bucean entre libros, webs, comentarios de expertos enólogos y periodistas para encontrar los mejores vinos del mundo. Sergi Ferrer-Salat y parte de su equipo viajan de un lado a otro catando y comprando, y el resto de los mortales nos sentamos en las mesas de Monvínic para disfrutar del mundo vinícola recogido en una bodega de diseño, que ocupa casi toda una pared del restaurante, donde reposan 4.000 referencias, algunas -dicen- imposibles de encontrar en otro lugar de España. Pero Monvínic es mucho más que un wine bar exclusivo. Es un centro de transmisión de cultural a través de una biblioteca con libros de temática vinícola en todas las lenguas imaginables. Es un restaurante de cocina tradicional al frente del que se encuentra Sergi de Meià, que elabora cada día un menú sólo apto para los que gusten de combinarlo con vino. Es centro de documentación, lugar de reuniones, conferencias, microespacio donde tan pronto se organiza una cata de Borgoñas como un curso sobre vinos especiales del mundo... Lo mejor es que, olvidándote de la carta digital, dejas que sean los propios enólogos quienes te recomienden un vino. Hoy un Chivite Colección 2006 blanco fermentado en barrica. Ése es mi nuevo viaje; mañana tendré otro billete de ida y vuelta a cualquier lugar que dance al son del vino. Dejaremos que sean los dioses, o al menos el señor Baco, quienes decidan nuestro destino. ¡Bon voyage! Monvínic Diputación, 249. 08007 Barcelona Tel. (+34) 932 726 187 info@monvinic.com www.monvinic.com

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