- Sara Cucala
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- 2008-01-01 00:00:00
Metro de Madrid. Línea 5. “La verde”. Sábado al mediodía. El vagón a rebosar. Un peruano entona “no hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo”. En mis manos, La Bodega de Noah Gordon dormita más que yo, que ando con la mirada perdida en la especie humana, sin pensar. Mi duermevela lo interrumpe una voz que anuncia: “Próxima parada, El Carmen”. Es la mía. Me levanto y comienzo mi andadura hacia el Mercado de Las Ventas. Hace más de un año, en su tercera planta se inauguró un supermercado de productos ecológicos. “Puede que algún mercado se salve en esta ciudad”, pienso mientras subo a la tercera planta e imagino, porque no está bien señalizado, que se llega por un pasillo un tanto oscuro. Cuando entras en ese espacio ecológico te encuentras varias tiendas de paredes acristaladas, una estantería repleta de libros y folletines que informan sobre el concepto bio-eco en la alimentación, alguna tienda de ropa confeccionada con materiales biológicos, una zapatería, una tienda de muebles artesanales, una carnicería, una frutería, un espacio donde se exponen arroces, pastas, sémolas y un sinfín de productos integrales que podrás ir guardando en una bolsa de tela que se recoge en la entrada. No hay mucha gente. “La inmensa minoría”, ya se sabe, pero aquí los comerciantes conocen el nombre y parte de la vida de sus compradores. En las paredes de la carnicería se dan los datos de las carnes que se venden y en la frutería, los carteles anuncian la procedencia, calidad y tiempo de recolección de cada producto... “Viva Patata” Das una vuelta al ruedo, y encuentras una exposición de papas andinas. Un cartel anuncia que el grupo de Slow Food ha organizado hoy un encuentro por y para la patata. “Viva Patata”, anuncia un letrero, y en una mesa se informa de que hoy se puede asistir a una conferencia sobre la patata y luego degustar diferentes tipos en el restaurante bio del mercado. “Está en la planta de arriba. El cocinero Miguel López Castanier ha preparado cinco tapas con patatas, pásate luego”. Lo haré sin duda. Pero antes, mi atención se escapa a un pequeña vinoteca en el corazón de este mercado ecológico. Cuatro personas dialogan en el pasillo del mercado ecológico, junto a la vinoteca, con una copa de vino tinto en la mano. -En Francia, bodegas como Chapourtier o Leroy elaboran vinos biológicos desde hace años... No sé por qué nos extrañamos de que en España la mayoría de las buenas bodegas dediquen parte de su producción a esta forma de elaboración del vino. -Ya, si me parece bien, pero ¿hay alguna diferencia entre un vino biológico y otro que no lo es? Yo no la noto por ningún lado... Y, además, ahora la moda es eso de los vinos biodinámicos. No entiendo nada... Te das una vuelta por la vinoteca y ves una veintena de referencias diferentes de bodegas de Navarra, Madrid, Rueda, Penedés... Y recuerdas que en España las bodegas llevan muy poco tiempo elaborando este tipo de vinos. Fue en los ochenta cuando en Rueda y, posteriormente, en el Penedés se apostó por hacer un vino biológico. “Potencia los aromas, salen más las flores, los frutos...”, dice alguien. Lo cierto es que el adiós a los tratamientos químicos, a los abonos artificiales y a los pesticidas agresivos y la bienvenida a los insectos que destruyen las plagas, la materia orgánica que nutre sin abrasar, la viña sana y cuidada, hoy en día son técnicas habituales en las mejores bodegas de nuestro país como Miguel Torres o Manuel Valenzuela, entre otros. Pero a esta novedad de vinos bio o eco se apuntan otros bodegueros como Ramón Saavedra y su Cauzón (en Granada) o Samuel Cano y su Patio en La Mancha, por citar algunos ejemplos. En el piso de arriba, las tapas de papas van desde las tradicionales bravas a un maravilloso guiso de patatas gallegas con níscalos. Me apunto a este último con una copa de Barranco Oscuro para sentirme totalmente involucrada en este mundo bio-eco del vino y la gastronomía. Entonces, al pensamiento me vienen esos otros vinos que últimamente están causando fascinación entre los medios de comunicación, los biodinámicos. La moda, pienso, viene más por el cuerno de vaca que por el vino en sí pero...ya se sabe, éstos son cosa de la luna. A ella nos abandonaremos.