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Las vides no son nómadas

  • Redacción
  • 2012-11-01 09:00:00

El calentamiento global y las técnicas modernas lo han hecho posible: la vinicultura conquista cada vez más regiones de nuestro planeta. ¿Realmente tiene sentido plantar cepas a toda costa por el mundo entero?

Definitivamente, ¡el cool climate es bueno! Reconocerlo ha transformado decisivamente la vinicultura en las regiones más templadas de nuestro mundo: en el centro y el norte de Europa hoy están orgullosos de sus noches frescas y tiempo nublado. Los productores californianos de Chardonnay atribuyen el carácter de sus vinos a las nieblas habituales allí, e intentan vendimiar vino de hielo todos los años allí donde sea posible. Pero los vinicultores de la frontera septentrional de la zona climática vinícola caminan por un sendero estrecho. Cada primavera nos llegan noticias de daños por granizo y heladas. Pero este año, una noticia que no informaba de daño alguno me ha hecho aguzar el oído: en Niederkirchen, en el Palatinado alemán, los vinicultores engañaron a los santos del frío con una astucia: durante la noche, seis helicópteros sobrevolaban los viñedos en los que la temperatura iba descendiendo peligrosamente. El objetivo era empujar el aire más caliente de las capas superiores hacia el suelo para evitar que las uvas se helaran. En ultramar este método se emplea desde hace tiempo, y también Niederkirchen informó del éxito de esta medida. Claro que no le deseo a ningún vinicultor o zona vinícola que se eche a perder su cosecha, pero no deja de ser paradójico que, tras casi 1.500 años de vinicultura tradicional, recurramos a flotillas de helicópteros para abordar los escollos de nuestro clima.

Secador de pelo para las cepas
La vinicultura no solo es un reto en las regiones especialmente frescas, sino también en las particularmente calurosas. Cada vez es más frecuente la necesidad de instalar equipos de riego en viñedos ya existentes para mantener vivas las plantas. En España es habitual encontrarnos con imponentes canales de cemento para riego sin los cuales gran parte de la agricultura, incluida la viticultura, sería imposible. Y en el tórrido clima del país vinícola emergente que es Brasil, me topé con el Lazo TPC, una especie de secador de pelo gigante que también se emplea en la viticultura de Chile y Argentina. El aparato sopla aire calentado por una llama de gas sobre las vides, matando así esporas de hongos, gérmenes y otros parásitos que proliferan alegremente en un clima tan húmedo. Parece ser que este radical método es muy efectivo. En las zonas afectadas cercanas al ecuador, por cierto, hay cultivos de vid que se pueden vendimiar nada menos que dos y hasta tres veces al año. Sin riego ni viñedos más o menos mecanizados, esto sería impensable.


Bodega sin vino
Todos estos métodos tan radicales son los que nos llevan a cuestionarnos si hay que plantar viñas por todo el mundo y a toda costa. Considerando los retos que se plantean en las zonas climáticas más templadas, es más que asombroso que cada pocos meses se anuncie la plantación de un viñedo aún más al Norte. El campeón actual es Eventyrvin, en Noruega, situado en el paralelo 59, del que aún no se ha logrado embotellar vino alguno, dicho sea de paso. Y es que nos produce una extraña sensación en el estómago ver cómo los monocultivos se van extendiendo por regiones donde el agua es un bien escaso. Al fin y al cabo, a nadie se le ha ocurrido criar cebras, quizá abrigadas con jerséis de lana, en el Polo Norte.

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