- Redacción
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- 2010-05-01 00:00:00
Los niveles de alcohol en Burdeos están subiendo cada vez más. ¿Va esta región camino de la californización? a favor Los que echan de menos los antiguos vinos de Burdeos no son más que románticos irredentos. Recordemos los severos crus de Pauillac de los años setenta. Realmente era necesario guardarlos al menos diez años para poderlos beber. Y después de esos diez años, ¿qué olíamos en la copa? Eucalipto, guindilla, hojas mojadas, en el mejor de los casos un deje de frutillos rojos. Y en el paladar sólo había una cosa: tanino, tanino y más tanino. Había que ser bastante masoquista para encontrar buenos estos vinos. A ello se añade el hecho de que ese viejo estilo no era de procedencia divina del terruño, sino de uvas insuficientemente maduras y barricas demasiado viejas. Lo que durante décadas nos habían vendido como el gusto singular e inconfundible de Burdeos en realidad no era más que una suma de pequeños y grandes errores en el cultivo y la vinificación. Personajes como Émile Peynaud, Michel Rolland y también Robert Parker han contribuido a que actualmente en Burdeos valgan los mismos criterios de calidad que en otras regiones, en las que hace tiempo que se dan por supuesto. Si bien es cierto que en los años cincuenta se hicieron vinos elegantes y sublimes, posiblemente los mejores de entonces no fueran peores que los actuales. Eran vinos de su época, del mismo modo que los actuales crus de Burdeos son vinos de nuestro tiempo. Y los veranos son cada vez más calurosos, también en Burdeos. Pero a pesar de todo, el Burdeos aún sabe a Burdeos, con todas sus diferentes características y terruños. Y si las temperaturas en aumento vuelven los vinos un poquito más sexies y más accesibles, sinceramente no creo que eso pueda perjudicar a esta vieja y anquilosada región. Silvio Denz, propietario de Château Faugères, Saint-Émilion (Burdeos) en contra El contenido de alcohol de un vino no me interesa. Lo esencial es únicamente el equilibrio. Claro que hubo tiempos, en los años más flojos, en los que los vinos de Burdeos carecían de su tradicional exuberancia. Pero aun así, en general se dejaban beber muy bien. En los años ochenta se empezaron a vendimiar las uvas más maduras, una evolución que yo consideré positiva. Pero lo que actualmente estamos comprobando en Burdeos, sobre todo en Saint-Émilion, es una tendencia a uvas sobremaduradas y vinos cuyo alto contenido de alcohol no está equilibrado por la acidez y la estructura. Así, el Burdeos está perdiendo su punto fuerte: el disfrute de beberlo. Los taninos vigorosos dan paso a una plenitud blanda y alcohólica, pero banal. Los vinos son aburridos y aplastantes, y tengo serias dificultades para beber más de media copa. Pero el mal mayor es que los periodistas especializados y los comerciantes se creen obligados a enjuiciar la nueva cosecha de Burdeos pasado tan sólo medio año. En ese estadio son los vinos sobredimensionados los que más impresionan. Yo mismo he sido testigo en numerosas ocasiones de cómo muchos de estos vinos monstruosos se desploman a los cinco o diez años y sufren una muerte atormentada. Querido Dios, devuélvenos el Burdeos tradicional y deja para los australianos las bombas de alcohol de 14 por ciento y más. Ellos saben hacerlo mejor y a mejor precio. Jan-Erik Paulson, comerciante especializado en añadas antiguas, Waldkirchen (Alemania) Y usted, ¿qué opina? Continúe el debate en www.mivino.info/sorbo-a-sorbo