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No sólo el vino disminuye el riesgo de sufrir un infarto de miocardio: la cerveza produce el mismo efecto. A esta conclusión ya llegaron científicos americanos en 1997, y un estudio británico confirmó el resultado. Ahora, los productores de cerveza quieren saberlo con toda exactitud. La asociación de cerveceros franceses ha financiado una amplia investigación, y los resultados son claros: el consumo habitual moderado de cerveza disminuye en un 45 por ciento el riesgo de infarto. Porque el etanol contenido en la cerveza reduce el colesterol «malo», LDL, y favorece el «bueno», HDL. Además, la cerveza contiene vitaminas B en abundancia, que reduce el contenido de homocisteína en la sangre: se trata de un aminoácido que, si aparece en exceso, se asocia a las enfermedades cardiovasculares. Ahora esperamos las investigaciones de los productores de aguardientes, que nos presentarán resultados similares: al fin y al cabo, todas las bebidas alcohólicas contienen, al menos, etanol.