- Redacción
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- 2005-09-01 00:00:00
Viajar por el viñedo riojano, de suaves pendientes, con los meandros del río Ebro como vena vital de su enología, y la Sierra Cantabria protegiendo de los duros vientos del Norte, es adentrarse en la historia. Por aquí pasó el Camino de Santiago perlando la ruta Jacobea de hermosas joyas románicas. Los monjes benedictinos de Borgoña transitaron por estas tierras trayendo devoción, cepas y conocimientos vitivinícolas. Durante los s. XI y XII, en pleno apogeo del tramo riojano del “Camino francés”, surgen o se repueblan poblaciones tan significativas como Viana, Navarrete, Nájera, Santo Domingo, Haro, Briñas, Laguardia y Logroño. Recorrer hoy las vegas del Najerilla y del Tirón-Oja puede ser un viaje al pasado vitivinícola medieval de Rioja, y recordar que de aquí nació el primer vino de calidad que Gonzalo de Berceo calificara en justicia de “bon vino”. Dada su amplitud, con más de 100 km. de largo, Rioja posibilita muchas rutas por sus viñedos. Esta es una posibilidad: Desde Logroño se puede realizar la ruta de las dos riojas, alavesa y alta. En la capital deben visitarse la popular calle Portales, así como la Iglesia románica de San Bartolomé con portada gótica, la Iglesia del Palacio (s. XII), las bodegas de la Ruavieja. Luego viajar hasta Navarrete, en pleno Camino de Santiago (portada románica del cementerio, antiguo hospital de San Juan de Acre), para seguir hasta Fuenmayor (palacios en piedra de sillería), para seguir hasta Cenicero, uno de los centros vitivinícolas más importantes para atravesar el río Ebro y llegar a Elciego (pórtico de arco con galería y siete balcones), cuna de una de las primeras bodegas riojanas, Marqués de Riscal. Acercarse a ver las obras de la nueva Sede Social, diseñada por el arquitecto norteamericano Frank O. Gehry. En armonioso contraste, las viejas prensas hidráulicas verticales, auténtica reliquia para los entendidos, y una curiosidad histórica para el resto de los visitantes, y los grandes tinos de madera noble del roble de Allier, que son la clave en distintos procesos de la crianza del vino, conviven con el titanio y las formas voladizas del genial arquitecto. Entre otros usos, este edificio albergará un restaurante de alta categoría, una «vinothérapie» y un hotel, gestionado por el grupo hotelero Starwood Hotels & Resorts, que formará parte de la prestigiosa Luxury Collection, y será el más vanguardista de sus hoteles. Subiendo, llegamos a Laguardia, una de las ciudades medievales mejor conservadas de Europa, con la mayor concentración de bodegas del mundo (cada casa tiene una subterránea). Una visita por el conjunto urbano es una experiencia inolvidable, por sus joyas arquitectónicas como la portada románica de la Iglesia de San Juan Bautista, o la casa plateresca de la Villa. En los alrededores se encuentra el Poblado de la Hoya, de la edad de hierro, y un conjunto de dólmenes. Luego bajamos de nuevo al río para llegar a Lapuebla (iglesia de la Asunción del s. XVI). Terminamos de nuevo en Logroño tras visitar en Laserna los restos del puente romano de Mantible. Para dormir, cualquiera de los abundantes hoteles de Logroño, o en Laguardia, la Posada Mayor de Migueloa (Mayor de Migueloa, 20. Tel. 941 12 11 75.) casa noble solariega del S. XVII, restaurada y perfectamente acondicionada con sólo siete habitaciones, decorada con exquisito gusto, en un ambiente familiar. Es también uno de los mejores restaurantes de la zona, con soberbia materia prima y una cuidada carta de vinos riojanos. También se puede comer en el Castillo (Paseo El Collado, 1. Tel. 941 121200), de cocina muy cuidada. Y en Logroño, obligado visitar El Cachetero (Laurel, 3. Tel. 941 220715) en plena calle de chateo.