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Amador Escudero, máximo responsable de la firma Valsacro, es uno de los artífices de la renovación que está aconteciendo en la Rioja Baja, un cambio no sólo en la obtención de tintos de mayor calidad, sino en lograr sacar la expresión propia de su entorno geoclimático. Las nuevas instalaciones que Valsacro está construyendo son el mejor ejemplo de esta apuesta. Ubicadas en el municipio de Pradejón, cuentan con una finca de 73 hectáreas, de las que 24 son viñedos, con el planteamiento de crear una bodega moderna y funcional. Tiene una capacidad en depósitos de acero inoxidable que supera el millón de litros, y una innovadora técnica de trabajo por gravedad mediante el empleo de «ovis», contenedores que se elevan con grúas para así volcar la vendimia directamente a las bocas de las tinas.
La nueva bodega tiene una nave de crianza capaz de albergar entre 3.000 y 4.000 barricas. Lo más destacable son las recientes investigaciones de Amador con robles de diferentes procedencias y tostados, a la búsqueda del tipo más adecuado o la combinación que mejor se adapte a la tipología de vinos que se van a elaborar en la bodega. A pesar de que el proyecto no estará totalmente finalizado hasta finales del año próximo, ya a partir de la cosecha de 2002 todos los vinos de la firma se vinificarán allí, mientras que las antiguas instalaciones de Escudero se dedicarán exclusivamente a los cavas que se comercializan bajo las marcas Dioro Baco y Benito Escudero Abad. De momento se acaba de presentar el tinto Valsacro 99, un vino elaborado a partir de uvas seleccionadas de Tempranillo, Garnacha y Mazuelo, algunas de ellas procedentes de cepas de más de 80 años. Un vino que reclama y reivindica la personalidad de la subzona de la Rioja Baja.
