- Redacción
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- 2002-11-01 00:00:00
China es, potencialmente, uno de los mayores importadores de vinos del mundo. En 1995, el volumen importado de vinos fue de tan solo 738.000 litros. En 1996, subió a 5.435.000 litros, 7 veces la cifra del 1995. En 1997, llegó a 39.372.000 litros, o sea 53 veces lo importado en 1995, en volumen. Con la entrada de China en la OMC, el 1º de enero pasado, los aranceles para vinos tranquilos embotellados pasarán del 38% en 2002 al 20% en 2005. Según todas las fuentes consultadas, los cinco próximos años van a ser decisivos para el posicionamiento de los vinos en el nuevo régimen de importación. La política oficial China apoya el consumo de vinos a fin de disminuir el consumo excesivo de otras bebidas espirituosas locales de mayor graduación alcohólica. El aumento de las ventas de vinos ha acompañado al crecimiento de las importaciones a partir de 1996, con una espectacular subida del 68% con respecto a 1995. Las previsiones de American Impact Databank 2000 indican un incremento muy considerable en los próximos 5 años. A corto plazo, una conclusión evidente es que las empresas importadoras tomarán como target a los consumidores de gama alta, en vez de soñar con los posibles millones de consumidores en general. El gobierno de Pekín, pero sobre todo, las instancias políticas de las Provincias -especialmente en el Sur de China- se afanan en compatibilizar los hábitos de consumo chinos meridionales, especialmente la cena, con la cultura del vino. Estamos pensando sólo en el 10% de la población que ya cuenta con gran capacidad adquisitiva y el 1% de sus habitantes que cuentan con un gran potencial de compra. La revista china «Sino-Foreign Wine Culture», un importante soporte para el consumo de vinos, con una edición lujosa, proclama desde Pekín las virtudes del vino como parte de la calidad de vida. Como ejemplo algunos titulares: «La Cultura del Vino, valor espiritual de la Humanidad», «El Vino y su relación con la personalidad de los hombres». Las técnicas de marketing son efectivas en China, sólo si tienen en cuenta temas como la introducción de vinos de calidad, hábitos de consumo específicos, y técnicas de degustación, junto con objetivos tan claros como la educación del consumidor: ¿qué comprar, cómo conservar, cómo degustar y disfrutar con el vino? Estos reportajes periodísticos hacen que mucha más gente sepa hoy que beber vino es bueno para su salud, o que beneficia a importadores y distribuidores. Por lo tanto, convendría reservar los prejuicios para otro momento. Como, por ejemplo, los que enfatizan que China es un mercado de más de 1.200 millones de consumidores, que sólo las empresas con enorme capacidad productora pueden soñar con exportar allí, que sólo se puede vender vino común y barato. Todo eso es falso.