Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).
Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.
Luiz Inácio da Silva, más conocido como Lula, se había presentado cuatro veces sin éxito a la presidencia de Brasil. En su quinto intento, este antiguo revolucionario y líder sindical tuvo éxito, y desde comienzos de año, este dirigente que conserva su ideología izquierdista intenta poner orden en la política del país más grande de Iberoamérica. Pero hace poco dio que hablar al ser sorprendido en un restaurante de la playa de Ipanema, en Río de Janeiro: no con la famosa “chica de Ipanema”, sino con una botella de Romanée-Conti de 1997. Este borgoña de culto cuesta en Brasil sus buenos 1500 dólares, algo que no parece encajar bien con un presidente brasileño que lucha contra el hambre y la pobreza. El pueblo se lo tomó con humor, y rápidamente fundó el Movimento Romanée-Conti para todos (www.mrcpt.hpg.com.br), que ha tenido una enorme aceptación. Las camisetas con el lema “Socialización de la riqueza y no de la pobreza” impresas por el movimiento se agotaron en poco tiempo. De hecho, creemos que sólo cabe reprocharle una cosa a Lula: debería haber esperado un par de años más, porque el Romanée-Conti de 1997 no deja de mejorar.