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La muerte del prestigioso cocinero francés Bernard Loiseau plantea interrogantes. A los 51 años, este importante embajador de Borgoña y sus vinos se mató a finales de febrero con su escopeta de caza, 10 días después de la publicación de la guía “Gault Millau 2003”, que pasa a darle 17 puntos en vez de 19. ¿De verdad tienen tanto poder los medios de comunicación? ¿Se producirá pronto en el mundo del vino el primer acto desesperado motivado por la puntuación? Con toda seguridad, los motivos son más complejos de lo que se desprende de la formulación de Paul Bocuse: “Felicidades, ‘Gault Millau’: tenéis la muerte de un hombre sobre la conciencia”. En 1998, Loiseau salió a bolsa con su restaurante de alta cocina en la Côte d’Or, tres restaurantes en París (“Tante Louise”, “Tante Marguerite” y “Tante Jeanne”) y una tienda de alimentación de lujo. En aquel momento ya tenía 4,5 millones de euros de deudas. La recesión hizo que sus acciones cayeran adicionalmente. Parece ser que el sensible chef consideró la pérdida de puntos en la “Gault Millau” como punto culminante de su mala racha: es una lástima que en lugar de ello no se alegrara por las tres estrellas que la guía Michelin ha vuelto a concederle en el 2003.