- Redacción
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- 2003-12-01 00:00:00
La pasión por las motos le llevó muy lejos a Carlos San Pedro. Justo hasta donde estaban las viñas de su vida. La bendita casualidad quiso que un buen día a alguien se le ocurriera montar una concentración motera en Jarque, pintoresca localidad zaragozana. Y el bodeguero de Laguardia, Carlos San Pedro, aventajado motorista y devorador de velocidad, llegó puntual a la cita. También la casualidad quiso que degustase, así, sin mucho fijarse y sin prejuicios, entre el humo y el perfume del bocadillo de chorizo, un vino del lugar que al echarlo al coleto, su viveza y bondad le encandilaron. ¿Este vino es de aquí? Preguntó. De aquí es, de la cooperativa, le contestó el paisano servidor. Inmediatamente indagó de qué viñas salían las uvas de aquel estupendo tinto. Cuando subió al monte donde se ubican se quedó sencillamente entusiasmado. Por que aquellos pequeños majuelos contenían la esencia misma de la viña. Allí y en ese preciso momento, emocionado, se le ocurrió el proyecto: rescatar aquellas reliquias para elaborar un vino original. Lo más duro vino a continuación, quiso comprar todo el viñedo posible, pero no fue fácil contactar con los dueños, la mayor de las parcelas no mide más allá de la hectárea y media, y muchas de ellas se encontraban en mal estado. Encontró en Jorge Navascués el socio perfecto, un joven enólogo que se desvive por su profesión, de amplia experiencia en la zona. En total reunieron poco menos de nueve hectáreas de viejas cepas de Garnacha, alguna suelta de Monastrell y algo de Tempranillo, muy poco. El estilo de laboreo cambió algo, y hace dos años hicieron la primera cosecha, que para aquel pueblo resultó un espectáculo. Porque desde Laguardia se desplazó una nutrida cuadrilla de vendimiadores que en una sola mañana acabó con todos los racimos (y eso que es verdaderamente difícil hallar los cuatro racimitos que ofrece una de aquellas cepas, no más de 300 gramos por cada una). En la bodega, más bien un garaje, se realizó una cuidada elaboración, con fermentaciones en ingeniosos depósitos de acero de1.500 litros, recubiertos de una capa de madera de roble americano, que se puede renovar cada año. Después, la maloláctica en barrica nueva de Allier y Nevers, amén de 10 meses de crianza en ellas y por fin el vino se guardó en unas 5.000 botellas. Tras meses en botella, el vino se encuentra bien ensamblado. Muy cubierto, posee una nariz fragante, frutoso, frutillos negros, compota, balsámicos y un recuerdo a la pizarra del suelo de la viña. Es muy concentrado, sabroso, lo salva de la pesadez una acidez viva y suave que resalta el trabajo de los enólogos con su tanino bien maduro. Mancuso 2002 Bodega: Viñedos de Mancuso. Jarque de Moncayo (Zaragoza) Tel. 945 600 548 Precio previsto por unidad: 36 € Variedades: Mayoritariamente Garnacha, y algo de Monastrell y Tempranillo. Número de botellas: 5.000. Salida al mercado: Febrero 2004.