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El patito feo de la gastronomía española, el vinagre, quiere participar también en estas fiestas. Algunos productores, como Robert Bauer, han hecho un esfuerzo ejemplar para que podamos añadir imaginación y fantasía a nuestros platos. Elaborados en base a buenos vinos españoles, franceses, portugueses y alemanes -de Porto, Chablis, Sauternes, etc.- con zumos puros de grosella negra, tomate o higo. Para Robert Bauer no es vinagre de zarzamora, por ejemplo, el que contiene unas gotas de zumo, sino el que somete el zumo de zarzamora a una doble fermentación para que los aromas se ensamblen. Son vinagres que lo mismo alegran las ensaladas más clásicas de nuestra cocina tradicional que perfuman sopas, escabeches, mariscos o asados, sin olvidar los postres. Y, como buen compañero de viaje, están los aceites de oliva virgen extra de Rodolfo Nogales, elaborados con variedades Hojiblanca (60%) y Lechinas (40%), de color alimonado, aromas florales y un sabor equilibrado entre afrutado, fresco y picante. Se da por supuesto, como en los grandes aceites vírgenes, que la acidez está por debajo de los 0,5º.