- Redacción
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- 1997-07-01 00:00:00
Ha hecho falta que la ciencia médica, nutricionistas y demás expertos en salud corporal y anímica lo evidenciaran para que las bondades del vino como fuente de calidad de vida hayan sido finalmente aceptadas. Algo que los amantes del fino saben desde tiempos inmemoriales y que el refranero popular ha fijado con la gracia acostumbrada: “Beber con medida alarga la vida”. Y es que el vino, bebido con moderación, es una fuente inagotable de satisfacciones y salud. Ya el premio Nobel Alexander Fleming, buen amante del fino, lo comparaba jovialmente con su descubrimiento providencial, la penicilina. Hoy, el arte de vivir sano es inseparable del arte de beber un buen fino, como Tío Pepe.
Y es que, por su naturaleza y composición, el fino es una bebida natural, en cuya elaboración sólo interviene la naturaleza, bajo la vigilancia, eso sí, del experto bodeguero. Al contrario que otros tipos de vinos, apenas sí contiene anhídrido sulfuroso, el conservante por antonomasia. Por su peculiar crianza “biológica”, bajo una capa de levaduras y bacterias, el fino adquiere propiedades salutíferas únicas. Por ejemplo, la composición química y el balance de elementos en el fino, particularmente vitaminas y aminoácidos, son parecidas a las del cuerpo humano. Y su contenido alcohólico moderado, en torno al 15,5%, acentúa las propiedades beneficiosas asociadas al etanol. No hay que olvidar que por sus propiedades antisépticas el vino fue el primer purificador de aguas, altamente valorado como preservador de la salud y coadyuvante restaurador en muchas enfermedades.
Pero sobre todo, el fino Tío Pepe, en dosis moderadas, puede ofrecer inconmensurables estados de bienestar: es tonificante, tranquilizante, relaja el espíritu después de una jornada de trabajo; favorece el dialogo y el humor; contribuye a la superación del stress. Y hay más: como están poniendo de manifiesto los modernos estudios sobre el alcohol etílico del fino, éste podría actuar sobre las plaquetas de la sangre, evitando la formación de coágulos sanguíneos y, de esta forma, prevenir las enfermedades cardiovasculares, angina de pecho e infarto de miocardio. El interés por el estudio de los efectos beneficiosos del vino entre los científicos es tan grande que se intenta poner a punto medicamentos anticancerígenos y antivirales a partir de extractos de la uva.
Como decía Hipócrates: “El vino es cosa admirablemente apropiada para el hombre, tanto en el estado de salud como en el de enfermedad, si se consume oportunamente y con medida, según la constitución de cada uno“.