- Redacción
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- 1997-11-01 00:00:00
El vino posee, entre varios centenares de ingredientes, sustancias beneficiosas para el organismo y otras que pueden ser nocivas, sin que se diferencie de otros alimentos. Pero, sobre todo, el vino, en dosis moderadas, puede ofrecer inconmensurables estados de bienestar: es tonificante, tranquilizante, relaja el espíritu después de una jornada de trabajo; favorece el dialogo y el humor; contribuye a la superación del estrés. Y hay más: como están poniendo de manifiesto los modernos estudios sobre el alcohol etílico, éste podría actuar sobre las plaquetas de la sangre, evitando la formación de coágulos sanguíneos y, así, prevenir las enfermedades cardiovasculares, angina de pecho e infarto de miocardio. El interés por el estudio de los efectos beneficiosos del vino entre los científicos es tan grande que se intenta poner a punto medicamentos anticancerígenos y antivirales a partir de extractos de la uva. De hecho, existe una práctica terapéutica tan antigua como el hombre, que hoy recibe el nombre un tanto pedante de “ampoloterapia”, que se basa en las virtudes y beneficios de las uvas.
Últimamente, en la Universidad de Illinois (EE.UU.) se ha investigado en los efectos saludables del resveratrol, una sustancia que se encuentra en el pellejo de las uvas tintas y, posteriormente, en el propio vino, llegando a la conclusión de que dicha sustancia puede impedir el desarrollo del cáncer, tal como han publicado en un artículo de la prestigiosa revista Science. Del resveratrol ya se sabía que es similar al principio activo de una planta utilizada en las medicinas tradicionales china y japonesa que hace disminuir el contenido en grasa de la sangre. En el Perú precolombino se obtenía del arbusto “casia quinquangulata”. En realidad se encuentra en al menos 72 especies vegetales distintas, que incluyen frutas, verduras, frutos secos, etc. Se trata de una sustancia polifenólica antioxidante presente, en el caso del vino, tanto en las pepitas como en el hollejo, fundamentalmente en variedades tintas como Merlot, Cabernet sauvignon, Tempranillo, Garnacha, Bobal o Monastrell. Su concentración en el vino dependerá, por tanto, de la variedad de uva y del proceso de elaboración. Así, los tintos con mucho color son más ricos en resveratrol. Lo curioso es que esta sustancia mágica es elaborada por las plantas para defenderse de las agresiones de algunas infecciones como la “botrytis” (podredumbre). El profesor John Pezzuto de la Universidad de Chicago ha experimentado con ratones sometidos a una dieta en la que participaba el vino, con resultados sorprendentes: los ratones así alimentados no desarrollaban cierto tipo de cánceres inducidos, como el de mama, colon y piel, ya que el resveratrol era capaz de inhibir el crecimiento de las células cancerígenas. A este efecto se le añade su capacidad antiinflamatoria, anticoagulante y antioxidante, lo que pude resultar de gran ayuda en la lucha contra las trombosis y otras enfermedades cardiovasculares. Sólo falta que lo que es eficaz con las ratas lo sea también con los humanos. Mientras se confirma el efecto salutífero del vino, no estaría de más que nos tomáramos todos los días dos buenas copas del mejor tinto que podamos permitirnos. Siempre saldremos ganando.