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Como todos los años, diversas regiones de Italia han presentado en agosto al Ministerio de Agricultura de Roma solicitudes para la autorización del enriquecimiento del mosto. Y como todos los años, Roma da su bendición al respecto. Si las solicitudes se presentaran con tiempo de lluvia y granizo, lo absurdo del ritual saltaría mucho menos a la vista. Pero si en medio del calor de agosto vienen quejas desde todas las regiones que protestan por las «circunstancias adversas», uno se pregunta realmente para qué se mantiene el ralentí burocrático. No es ningún secreto que el concentrado de mosto procedente del aprovechamiento del excedente tiene que volver luego al vino. Sólo en los años malos sería insuficiente el «mosto concentrato», y los vinos de mesa del norte necesitan también en los años mejores cubrirse las espaldas con mostos del sur de Italia. ¿Entonces, por qué no se pone ya punto final a ese teatro mojigato y se permite en líneas generales el enriquecimiento del mosto?