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La crisis de la vinicultura que sacude el sur de Francia no tiene solución a corto plazo. Por ello, a mediados de enero, miles de vinicultores volvieron a tomar la calle en Béziers. Pequeños grupos libraron verdaderas batallas contra la policía; uno de ellos llegó a causar estragos en la sede de una casa comercial sospechosa de haber comercializado vino italiano como «Vin du Pays d’Oc». En el transcurso de un año, el precio del vino de mesa del Languedoc ha caído de 46 a 27 céntimos por litro, lo cual ni siquiera cubre los gastos de producción. Para hacer frente a la competencia de España, Italia y el Nuevo Mundo, los vinicultores franceses han tenido que aumentar la calidad de sus productos y mejorar su márketing. Pero para una reestructuración semejante no es suficiente la ayuda económica de 100 millones de euros que el ministro de agricultura francés, Jean Glavany, ha puesto a su disposición tras las negociaciones de septiembre. Los vinicultores del Midi ven el futuro con inseguridad. Si el pasado año hubo que dedicar a la destilación 3,8 millones de Hl. de vino, en el 2002 probablemente esta cantidad ascenderá a los 4 millones.