- Redacción
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- 2011-06-01 00:00:00
La teoría de Gaia la formuló un hombre que sin duda es uno de los científicos vivos más originales e influyentes: James Lovelock. Él cree que nuestra especie está sometiendo a la Tierra a una tensión sin precedentes, y que el cambio de clima podría llevarnos a un mundo con una ecología muy empobrecida que a duras penas sería habitable para el hombre. Y, lo que resulta más alarmante ( y controvertido), afirma que es posible que ya no haya marcha atrás. Cuenta Lovelock que mientras no percibamos intuitivamente que la Tierra es un sistema vivo y seamos conscientes de que somos parte de él, no seremos capaces de reaccionar para favorecer su protección y, en última instancia, la nuestra. El hombre, alimentado por su egoísmo endiosado, arrasa, modificando el equilibrio frágil de la Tierra por razones de rendimiento y productividad. En la Grecia antigua, Gaia era la diosa de la Tierra, la más venerada y que más hace reflexionar también al mundo del vino. Las preguntas acechan: ¿un terroir puede ser natural y puesto en valor por el hombre o bien creado por el hombre? La industria del vino y la gente que sueña con y por el vino tienen mucho por hacer y viven en un mundo de confusión que es preciso aclarar. Es probable que la clave del desajuste del estilo de vinos actual sea precisamente por no tener tiempo de espera. La inmediatez y el mercado encarcelan. Natural, ecológico, biológico, biodinámico, orgánico, tradicional, clásico, de autor... son nombres sin una definición clara ni certificada en relación con los vinos, sí en algunos conceptos de viticultura. No podemos hablar de vinos ecológicos ni biodinámicos, sino de agricultura ecológica o biodinámica. La ecosofía personal, la sabiduría ecológica es la tendencia: una manera de estar en el mundo que minimiza el daño a la naturaleza y exalta los propios sentimientos de reverencia, maravilla y pertinencia. Muchos elaboradores huyen de participar o adherirse a organismos certificadores con sus normas y controles. Algunos muestran su disconformidad con las tasas económicas intransigentes y excesivas para productores pequeños. Otros reivindican la lógica y el sentido de la discreción ante tal aumento del marketing ecológico. Defienden que hable el vino, con el deseo de no hacer exposición en la etiqueta de sus convicciones de trabajo en la vid. Aun así es bien sabido que en ciertos mercados, la certificación constituye un valor comercial añadido considerable en relación con la progresión de los consumidores en las corrientes de pensamiento ecológico. Vivimos un momento apasionante de cambios conceptuales en el mundo del vino. Observación de sensibilidad ecológica y de dictadura del mercado global. Una mirada corta advierte del cambio en el mundo del vino vivo. Buscar la más justa y más auténtica expresión de terroir, estando lo más cerca de la viña y de la uva y lo más lejos posible de los productos de ayuda. Cada vez son más los militantes de los vinos a partir de la ecosofía, los biodinámicos y los seguidores de los vinos naturales. Asociados en Renaissance des Apellations, Triple A, Vins natures, VPN, Vini Veri, se agrupan en ferias como La Remise, Villa Favorita, etcétera. En todo caso, ni las certificaciones ni los compromisos pueden garantizar la calidad, que depende únicamente del talento y el saber hacer del viticultor. A cada uno de ellos, con mirada corta debemos prestar nuestra confianza a la hora de comprar una botella. “Natural, ecológico, biológico, biodinámico, orgánico, tradicional, clásico, de autor... son nombres sin una definición clara ni certificada” Josep Roca es sumiller de Celler de Can Roca