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Lo que es bueno para la producción de los grandes Châteaux de Burdeos, debe serlo también para Brunello de Montalcino. La propietaria de la Fattoria dei Barbi, Francesca Colombi-ni Cinelli, quiso obtener la bendición oficial para poner corchos nuevos al Brunelli, y su gestión tuvo éxito. Las botellas de Brunello posteriores a 1980 (introducción de la DOCG) obtuvieron un sello de papel con un número absolutamente “inviolable”, sellado por el estado. El Ministerio de Agricultura, desde hace poco, permite al productor abrir y consumir botellas, y rellenarlas luego con vino del mismo año. Tras ponerles corcho nuevo, las botellas se precintan con otro sello de papel del estado. Cada encorchado se registra en la Cámara de Comercio.