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“Desde hace 200 años, nuestras oficinas se encuentran en la misma casa de la Rue des Tonneliers, en Beaune. Desde hace 200 años producimos los mismos Grands crus de Bourgogne, en la misma bodega y -naturalmente- con las mismas variedades”, escribe Louis Latour en el prólogo del libro ilustrado que celebra el segundo centenario. Con ello describe de forma indirecta la estrategia del éxito de la casa. “Estamos celebrando el aniversario de una empresa que nunca se ha apartado de sus principios básicos”, alabó Michael Broadbent, que junto con otros 350 invitados acudió a Beaune con ocasión del bicentenario. La obligada degustación vertical demostró que el Corton-Charlemagne del 96, el mascarón de proa blanco de la casa Latour, es un vino con un potencial impresionante. En el caso del Château Corton-Grancey (tinto), la cosecha que más gustó fue la del 90, con buena estructura y final prolongado. El final de las celebraciones de tan señalado aniversario consistió en una cena de gala en la bodega del Château Clos de Vougeot, con intervenciones de la Confrérie des Chevaliers du Taste-vin y discursos de los principales socios comerciales en los que se homenajeó a Borgoña y a la casa Latour.