Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).
Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.
Ya está en la calle la última edición italiana de Vini d’Italia. Analiza 1.536 productores italianos de vino y evalúa 10.120 vinos, de los que 154 reciben la máxima calificación de “tre bicchieri” (tres copas).
La prestigiosa guía italiana de vinos es fruto de la colaboración de la editorial romana Gambero Rosso y el club de sibaritas “Arcigola”, de la localidad piamontesa de Bra. El Gambero, que en los años ochenta todavía competía con el pionero de la crítica de vinos en Italia Luigi Veronelli aunque pronto lo superó, se ha convertido en la voz cantante del coro enológico italiano. Al Gambero hay que agradecerle que cultivó y difundió la cultura del vino italiano de calidad, iniciada en su día por Veronelli. Hoy el Gambero se ha convertido en un importante embajador de los vinos italianos en el extranjero. Los vinos premiados por el Gambero se venden solos, incluso con sobreprecio. Por ello, parte de los vinicultores y enólogos están dispuestos a adaptar el estilo de sus vinos al sabor de los catadores. En el prólogo de la edición del 99 puede leerse: “Los criterios fundamentales para la evaluación de los vinos son la armonía y el carácter varietal y de terruño...”. No habría nada que objetar a eso si no fuera porque el contenido de las restantes 648 páginas está en contradicción con este preámbulo. Es difícil entender por qué los catadores del Gambero insisten en premiar unos vinos que obviamente están hechos a la medida del mal gusto del gran público. Puede que sean vinos modernos, porque encajan en el mundo del sabor actual, lleno de aromas artificiales, y gustos intensos de fácil comprensión para los paladares y narices más embotados. Son de esos llamados “vinos internacionales” que -aunque desgraciadamente parece que en Roma y en Bra todavía no lo saben- pueden ser sustituidos por otros vinos, incluidos los no italianos.