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Al Consejo Regulador de Rioja se le han acumulado en estos meses varios frentes en los que defender la autenticidad y calidad de los vinos que controla. Los escándalos han sido sonados. Primero vio la luz la denuncia y descubrimiento de una red de falsificadores que, desde Castilla-La Mancha exportaba al Reino Unido vinos rotulados como “Rioja”. Después Cortés (Luis Cortés, portavoz extremeño de la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas- COAG) ha salido valiente y ha lanzado a los cuatro vientos la sospecha de que “algunos desaprensivos” estuvieran etiquetando como Rioja vinos de la variedad Cencibel procedentes de Extremadura. El CRDO de Rioja reaccionó inmediatamente exigiendo, a través de requerimiento notarial, pruebas sobre tan grave acusación a la vez que garantizaba la procedencia de los vinos que llevan su contraetiqueta. Lo que no entra en su jurisdicción es la utilización de vinos extremeños y de otras comunidades que casi cuarenta bodegas sacan al mercado como vinos sin Denominación de Origen cuya cuantía se cifra en 100 millones de litros. La COAG justifica su acusación en el precio que se está pagando por esos vinos a las bodegas extremeñas, superior a 250 ptas./litro, lo que haría antieconómico convertirlo en vino de mesa. La polémica ha surgido sobre el telón de fondo del reñido reparto de la concesión por parte de la OCM europea del permiso para dedicar 17.000 nuevas ha. al cultivo de vid en toda España. Rioja y Ribera de Duero defienden que esa ampliación habría que aplicarla a cubrir los déficits de la demanda de sus vinos, mientras las DO más extensas exigen que se repartan proporcionalmente a la producción actual.
