- Redacción
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- 1999-09-01 00:00:00
Hay un pico del pañuelo de España, el que pilla más al Sur, que se define geométricamente trazando una línea entre Jerez y Ronda, otra entre Jerez y Tarifa, y otra entre Tarifa y Ronda. En los lados de este triángulo casi equilátero se incluyen lugares tan de ver y gozar como Arcos de la Frontera y Cádiz. Y algunos más que ahora, se dirán. Esta excursión triangular, con parada y fonda en los paradores de Ronda, Arcos y Cádiz, incluye las tierras famosas donde se crían los sabrosos blancos del Sur: los finos, los olorosos, las manzanillas...
Una bonita excursión es la de Jerez a Ronda, por la serranía de Cádiz, que propone el erudito y viajero Manuel Pérez Regordán, natural y vecino de Arcos de la Frontera. Empieza, pues, en Jerez, ciudad de vino, de cante, de caballos. Del vino de Jerez escribió Shakespeare en “Enrique IV” que, subiéndose al cerebro “le hace abierto, ágil, inventivo (...) todo lo cual, comunicado a la voz, la lengua, que le da expresión, produce excelentes ocurrencias.”
Y luego sigue la excursión por Arcos, ciudad preciosa, encaramada en los lomos de un cerro alargado que perece un dinosaurio dormido al que le hubiera caído una nevada encima. La nieve es el caserío morisco que se asoma al cauce del Guadalete, río famoso que la rodea un curva de alfange.
Desde Arcos, el camino puede seguir, zigzagueando un poco, por los blancos lugares de la serranía, entre los que sobresale Zahara, una joya casi árabe, de risco y castillo, con leyendas de moros medievales y modernos bandoleros. Vuelven los ecos moriscos con Benamahoma y con Grazalema. Grazalema, de casas encaladas y preciosos balcones de forja, es, curiosamente, el lugar donde más llueve de España. Cerca está un pinsapar, un bosque de una singular y casi extinguida especie de conífera.
Más: Olvera, impresionante cuando se la avista de lejos, con el caserío blanco y las moles marrones del castillo y la iglesia. Ubrique, industriosa de la piel, cobijada en una vaguada. Setenil de las Bodegas, con casas cobijadas bajo una gigantesca visera de piedra.
Y finalmente, Ronda, poética, taurina, flamenca y guerrillera, con su famoso puente gigante sobre un río enano, que es una postal donde las haya. Entre sus arcadas luce la balconada de un recinto histórico, antes cárcel y hoy tablao flamenco. Eduardo Delgado