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El título no puede ser más claro y descriptivo: “Cómo quiero que me sirvan el vino”. Por si cabe duda, un subtítulo “El arte de hacer felices a quienes les gustan los buenos vinos bien servidos”. Y de eso sabe un rato el autor, Arturo Pardos, que desde que empuñó la primera copa hasta la última que ha escanciado en su restaurante madrileño, La Gastroteca de Stephane y Arturo, lleva una vida analizando y perfeccionando ese gesto que, para muchos, es un ritual vacío. Al fin, escarmentado por la triste rutina del servicio de vinos, resistente ante actitudes desastrosas y hasta vejatorias, ha recopilado sus observaciones en un vademecum publicado en Alianza Editorial que reúne el respeto al vino y a quien lo bebe, a quien lo aprecia. El respeto que ha de manifestar quien sirve de intermediario entre ambos, quien sirve esa obra compleja y acabada a quien ha de disfrutarla. Sí, disfrutarla. Por eso, la primera exigencia del bebedor, la que inaugura el libro, es el derecho a que le sonrían. Así de básico, como todo lo que sigue en el texto y en las estupendas ilustraciones del autor. Ahí están las normas para localizar un vino, para presentar una carta, para transportar una botella, para decantarla en su caso y escanciar una copa. Y para atender la satisfacción o el disgusto de quien la bebe.Todo eso, paso a paso, con un aliño de la amenidad, ironía y gracia a que nos tiene acostumbrados. Nada menos.