- Redacción
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- 2001-06-01 00:00:00
La Nueva Mancha es una realidad. Las cooperativas han abandonado la rutina, las bodegas han hecho un consciente acto de fe y pueden ya ofrecer el resultado convertido en tintos complejos, diferenciados y prometedores. La muestra, organizada por Opus Wine, que contó con el perfecto servicio y gastronomía del hotel Villa Magna, ha sido el espaldarazo y el escaparate para esos vinos, cada vez más competitivos y reconocidos en el mercado mundial.
El Consejero de Agricultura de Castilla-La Mancha, Alejandro Alonso, el Presidente del Consejo Regulador Mancha, Nicolás López Treviño, y la presencia virtual del Presidente de la Comunidad, José Bono, que hizo llegar una carta de estímulo a los viticultores y bodegueros, ejercieron de embajadores de honor para más de cuarenta bodegas y casi cincuenta vinos, rigurosamente seleccionados, que representaron en Madrid la mejor y más avanzada actividad vitivinícola manchega. Una muestra de lo que lo que se puede definir, con rigor, como la revolución del vino manchego: la Nueva Mancha.
En el salón regio del Hotel Villa Magna se dieron cita, durante la noche de presentación y todo el día siguiente de degustación, más de mil visitantes, entre distribuidores, hosteleros y prensa especializada que, en un ambiente relajado, acogedor y con una relación personal, tuvieron la ocasión de catar la oferta de cada mostrador, de cada bodega y charlar directamente con los elaboradores.
Fueron dos jornadas para dar a conocer y para descubrir el resultado de un proceso de reestructuración del viñedo más grande del mundo, de la modernización de las bodegas y de la aportación de los más actuales conocimientos enológicos. Los tres puntales básicos para participar sin complejos en la competitiva batalla de la calidad y la exportación.
Rolf Bichsel, director internacional de la revista VINUM, y buen conocedor de la región, pronunció una interesante conferencia, y sin temor a asumir el papel incordiante y polémico de Pepito Grillo, alertó a los protagonistas, a los numerosos bodegueros y viticultores presentes, del peligro de la homogeneidad por el abuso de las variedades extendidas por todo el mundo, como la Cabernet Sauvignon o la Chardonnay, animándoles a defender la personalidad del terruño: “Los vinos de La Mancha deben reflejar la imagen del propio y original paisaje”. La degustación reveló el acierto con que los ponentes definieron estos nuevos tintos, elaborados con el más moderno y riguroso conocimiento enológico y respaldado por unas sólidas inversiones: “una experiencia plena de fuerza, salvaje, capaz de combinar la finura del Borgoña y el poderío del sur. Algo capaz de dar vinos expresivos, más aromáticos, más vivos y complejos”.
Es el resultado de una inversión que ronda los 60.000 millones de pesetas y que garantiza el futuro gracias a la reestructuración del viñedo, la dotación tecnológica de las bodegas y el espectacular crecimiento del parque de barricas que ha convertido a La Mancha en la mayor zona española con capacidad para crianza en roble. Algo que, ayudado por una sensata promoción, por la información al cliente y por la convicción de los propios elaboradores, puede acabar con el sonsonete de definirlos por la excelente relación calidad/precio y poner el acento exclusivamente en la calidad. Una calidad que ya viene siendo reconocida tanto en los foros nacionales como en los concursos internacionales, y que se refrendó sobradamente aquí, en boca de todos.