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De novedoso y revolucionario puede calificarse el nuevo Fino de Alvear con el año de vendimia en la etiqueta, en este caso la de 1998. Este fino en rama no ha evolucionado por el sistema de criaderas sino que se ha sometido a una crianza sin mezclar, y casi estática. Elaborado con uvas Pedro Ximénez, como todos los que se acogen a la D.O. Montilla-Moriles, no ha sido filtrado, para preservar toda su potencia. A la añada se le ha incorporado un 15% de vinos viejos, que debían servir de “escuela” para la crianza, y allí ha permanecido desde agosto del 99 hasta abril del 2001, veinte meses, antes de ser embotellado. El resultado es la frescura y el carácter natural, característicos de la personalidad de los vinos en rama. Un fino apenas dorado, muy aromático y un punto salino, con un paladar punzante, toques suavemente amargos y un largo postgusto. Y, como es lógico, irrepetible, ya que cada cosecha exhibirá de ahora en adelante, personalidad propia.