Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).
Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.
Montilla bien vale una feria. Éste podría ser en realidad el resumen de las palabras del alcalde de Montilla, Antonio Carpio, palabras que inauguraron el pasado día 25 de octubre la I edición de la Feria Vitivinícola de Andalucía. El salón está sobradamente justificado por la necesidad de presentar en sociedad la incesante actividad de un sector, como el vitivinícola, puntero en la economía autonómica. Para ello, durante tres días, se dieron cita en Montilla, viticultores y bodegueros andaluces, con el respaldo del Ayuntamiento de Montilla, de la Diputación de Córdoba y la Consejería de Agricultura de la Junta. Al mismo tiempo, la Asociación de Empresarios de Montilla, ADEMO, organizó la IV edición de una interesante cata en la que cada año se comparan las especiales elaboraciones de los vinos generosos de la zona. Esta vez fueron las seis más características, elaboradas con la variedad Pedro Ximénez, bajo la dirección de una amena y didáctica especialista, Dª Isabel López, del Centro de Investigación del Vino, de Cabra.
El éxito de público, que la organización cifra en 12.000 asistentes, garantiza la continuidad, prevista para cada dos años. Es un impulso para la comercialización, y así lo han entendido los más de 60 expositores que llenaban el recinto ferial. Pero, más aun, es una fórmula informativa y didáctica, el acercamiento al público de estos vinos siempre insuficientemente conocidos, siempre menos apreciados de lo que merecen. Y quizá sea el público interior, los propios vecinos, los que más agradecen la lección.
