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Hay una constante en la composición de los vinos navarros que salta a la vista, el trío compuesto por las variedades Tempranillo, Cabernet y Merlot, en sus diferentes proporciones. Aunque, según estadísticas, la variedad Garnacha ha sido la más extendida desde siempre a pesar de que su principal destino fuesen los rosados. De las tres, la Merlot en su camino solitario ha logrado resultados espectaculares, dando vinos finos, carnosos, llenos de frutosidad y elegancia como solo esta casta sabe hacer. Para disfrutar la esencia de Navarra podemos empezar por la cosecha de 2001 que fue calificada de excelente, al igual que la del 95, 82, 81, 73, 70 y 64.