- Redacción
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- 2004-06-01 00:00:00
Copas de oro para la boda principesca: Treinta vendimias, 14 vinos en su catálogo, 14 poemas de amor, y probablemente lo que permanezca en la memoria es que el Casta Diva 2002 cerró con broche de oro, oro dulce y pálido, el menú de la boda del Príncipe Felipe y Doña Letizia. Un honor y un merecido reconocimiento a unos vinos creados para la felicidad, delicias preñadas de símbolos, de cultura. El vino es cultura cuando es el resultado de análisis y respeto hacia la historia, cuando la copa resume, en excelso placer, un conocimiento que atiende a la tierra y sus frutos, a la técnica y sus invenciones, a las artes en toda su extensión. Es decir, cuando cultura es la estética de la inteligencia. Y así lo ha entendido Felipe Gutiérrez de la Vega desde que en 1973, con su compañera Pilar, recalaron en su mediterráneo viñedo familiar entre olivos y romeros, en Parcent, en la Marina Alta alicantina. Felipe, marino, se metió a jardinero y, gestadas por su cultivada sensibilidad, han visto la luz sus obras de arte, sus poemas en forma de vinos, que son una personificación, más que un homenaje, a sus referencias literarias o musicales preferidas, desde Bellini a los Beatles o Bob Dylan, desde Stendal a Joyce. Incluso en forma de un doble tirabuzón, una cadena de sugerencias, como es su creación del año 90, Tambourine, la pandereta que desde entonces hace bailar unidos a Bob Dylan y a Dylan Thomas. La bodega primitiva era una diminuta planta baja, rebosante de depósitos y barricas en un orden indescifrable. La nueva es el resultado de la restauración de dos casas del pueblo unidas, con recovecos, con frescos subterráneos, con ingeniosos mecanismos, pero sin perder la medida humana, la que con su cuidado personal sean capaces de elaborar, guardar, controlar y disfrutar. No más de 70.000 botellas anuales. Allí nacen los Casta Diva, una revelación que dejó boquiabiertos a los críticos, que enamoró a los aficionados. Un Moscatel tan profundo y delicado, tan complejo y a la vez tan estilizado que requería una clasificación propia, ajena a comparaciones. A partir de Moscatel o Moscatel romano , frescos o criados en roble, se diversificaron elaboraciones, más o menos golosas, más o menos maceradas, más o menos aromáticas, hasta un catálogo, o más bien, un pentagrama de siete notas. Y a lo largo de 31 años vieron la luz los tintos de Monastrell y algo más, el Ulises, el Rojo y Negro y la revitalización de los emblemáticos Fondillones alicantinos, hasta 14 vinos diferentes, un capricho de pequeñas, mimadas, elaboraciones. Vinos que, por personalidad, calidad y sugerencias literarias han sido solicitados, por ejemplo, para el Congreso de filología romance y lingüística, en una importante universidad anglosajona. Sin embargo, lo que quedará en la memoria, lo que recibirá el reconocimiento popular es que su casta Diva Cosecha Miel 2002 ha sido el encargado de dejar el mejor sabor a los postres de la Real Boda del Príncipe Felipe y Letizia. Más aún, el único vino con nombre propio sobre la mesa de la celebración, ya que los demás, desde Cava a Rioja, son una selección especial de cada Denominación de Origen. No en vano ocupa, desde su nacimiento, un puesto entre las preferencias de la bodega de la Casa Real. Un honor y una merecida satisfacción, sobre todo si contribuye a que alguien más descubra, disfrute y recuerde tan complejas delicias. Gutiérrez de la Vega Canalejas, 4 03792 Parcent (Alicante) Tel. 966 40 52 66 Fax 966 40 52 57 www.arrakis.es/gutivega VINOS DE CONCIERTO Casta Diva: Fondillón y Fondillón 15 años, Cosecha Miel, Cosecha Dorada, La Diva, Monte Diva fermentado en barrica, Cavatina, Furtiva Lágrima, Viña Alejandría, Cabaletta, Imagine, Rojo y Negro, Tambourine. Y el Tinto Viña Ulises.