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¿Se han preguntado alguna vez cuántas calorías tiene una copa de vino? Quizá. ¿Pero hidratos de carbono? Eso sólo pasa en Estados Unidos. La culpa la tiene el recientemente fallecido Richard Atkins (de 120 kilos de peso, irónicamente), gurú de los regímenes de las estrellas de Hollywood, que permitía a sus discípulos todo tipo de grasas y proteínas, mientras no tocaran los hidratos de carbono. «Low Carb» es la frase que en los EE UU ya incluyen las etiquetas de la mitad de los refrescos, galletas, batidos de leche, y hasta las hamburguesas se han unido a esta paranoia: Burger King & Co. ya incluye en su oferta esa misma albóndiga grasienta envuelta en hojas de lechuga iceberg, siguiendo las reglas de Atkins.
Y ahora le ha tocado al vino. La instancia oficial para el comercio de alcohol y tabaco permite desde abril la inclusión del valor nutricional en las etiquetas de vinos y licores, para satisfacción de esta industria. Así, Ray Chadwick, presidente de la rama de vinos de la multinacional de bebidas Diageo: «El vino contiene pocos hidratos de carbono por naturaleza, es estupendo que por fin podamos decírselo a los consumidores». Además, Diageo, en sus marcas Beaulieu Vineyards y Sterling Vineyards, incluye datos sobre el contenido de grasas, proteínas y calorías. «Tres gramos de hidratos de carbono, 124 calorías, 0 gramos de grasas y menos de 1 gramo de proteínas por cada 5 onzas», contiene, por ejemplo, el 2002 BV Coastal Estates Chardonnay.