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El final de una era Taittinger

  • Redacción
  • 2005-11-01 00:00:00

Como reza el dicho: «¿Aún os habláis, o ya habéis heredado?». Los alrededor de cuarenta miembros de la familia Taittinger ya han heredado. Pierre Taittinger puso en 1932 la primera piedra de una fortuna que incluye la célebre casa de vinos de Champagne, la manufactura de cristal noble Baccarat, la marca de perfume Annick Goutal y un imperio hotelero que integra a la vez cadenas de bajo presupuesto y grandes hoteles como el «Crillon» en París o el «Martinez» en Cannes. Todo esto ahora se está convirtiendo en metal, por apremio de unos y bajo protestas de otros. El comprador es el fondo americano de inversiones Starwood; pero este fondo está interesado sobre todo en los hoteles, y probablemente pondrá muy pronto a la venta las partes restantes del consorcio. Pero ¿cómo ha podido llegar tan lejos una de las últimas empresas familiares de Francia? Los Taittinger sufren un curioso problema: sus acciones van demasiado bien. La familia paga más impuestos de patrimonio que dividendos arroja la empresa. Esto no es un problema para los que tienen un puesto en la empresa, como el presidente del consejo de administración, Claude Taittinger, y su sobrina, Anne-Claire Taittinger, presidenta de la empresa. Todos los demás exigen ahora su parte del pastel de más de dos mil millones de euros, aunque eso signifique el fin del imperio. La casa de vinos de Champagne aún podría quedarse en manos de la familia: el núcleo duro del clan ha dado señales de su interés por comprar. Como también han hecho otros, por cierto, entre ellos supuestamente Champagne Roederer y Pernod Ricard.

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