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Los vinos salen del armario, siempre a punto

  • Redacción
  • 2005-12-01 00:00:00

Cada vez es más frecuente, entre los particulares y restauradores, proveerse de armarios para guardar los vinos. Si está indeciso, y no sabe por donde empezar para elegir un armario conservador de vino, le contamos los imprescindibles criterios de compra, cómo funcionan, y qué debe exigir como consumidor. No está claro quién fue el descubridor de los armarios conservadores de vino, aunque la mayoría de las fuentes afirman que su origen podemos encontrarlo entre Alemania, Francia (la empresa Eurocave, en 1976) o Estados Unidos. En fin, lo cierto es que este invento surgió como sustituto de la cueva o almacén subterráneo, imposibles de encontrar en un piso de la ciudad. En España, la primera empresa que comercializó estos armarios fue, allá por los años 90, Incave. Ciertos problemas con su sistema de frío y empleados la hicieron desaparecer, dejando múltiples denuncias que, todavía hoy, la justicia no ha resuelto. Radiografía de un armario Últimamente han aparecido gran cantidad de armarios, aunque no todos consiguen alcanzar los mismos objetivos. En primer lugar, deberemos diferenciar entre los armarios que «refrigeran» y los que «climatizan». Los primeros están diseñados para mantener una temperatura baja constante que puede servir, por ejemplo, para conservar alimentos perecederos, al estilo de las neveras. El segundo climatiza, es decir, que reproduce las características ideales de una bodega o cueva natural para el vino: temperatura constante y humedad relativa óptima. Dentro de este último grupo podemos encontrar, básicamente, tres sistemas: por compresión, por absorción y sistema termoeléctrico Peltier. El sistema de compresión Quizás el más extendido por su bajo coste, emplea cuatro elementos para lograr el ciclo de refrigeración: compresor, condensador, válvula de expansión y evaporador. Su principal característica es que mantienen una temperatura constante en el interior, a costa, eso sí, de un alto consumo y vibraciones provocadas por los compresores situados en el cuerpo del armario. Este problema ha sido resuelto por la empresa Caveduke, mediante la instalación de los compresores en la parte exterior, y, mediante una especie de gomas que se denominan «sinenblocks» logran amortiguar las vibraciones al mínimo. El sistema de absorción Consiste en el calentamiento de una disolución concentrada de amoniaco en agua, mediante una llama de gas, en un recipiente llamado generador. Cuando el amoníaco se desprende en forma de vapor y pasa a un condensador se licúa y fluye hacia el evaporador, igual que en el sistema de compresión. Sin embargo, en lugar de pasar a un compresor al salir del evaporador, el amoníaco gaseoso se reabsorbe en la disolución diluida y parcialmente enfriada procedente del generador, para formar de nuevo una disolución concentrada de amoníaco. Este proceso de reabsorción se produce en un recipiente llamado absorbedor, desde donde el líquido concentrado fluye de vuelta al generador para completar el ciclo y producir así frío. La ventaja es que apenas producen vibraciones pero, por el contrario, se producen gases contaminantes para la capa de ozono (CFC y HCFC), además de su alto coste de funcionamiento y mantenimiento. Se necesita reponer periódicamente el líquido refrigerante, y hasta del propio circuito, ya que puede haber fugas. Si no cuentan con una aireación generosa no enfrían adecuadamente. El sistema termoeléctrico Peltier Fue descubierto en 1834 por el físico francés Jean Peltier, aunque con otros propósitos, pero no fue hasta hace doce años cuando la empresa Oak lo reinventó y patentó para sus armarios, según declaraciones de sus responsables. Consiste en pasar una corriente por un circuito compuesto de materiales diferentes cuyas uniones están a la misma temperatura, produciéndose el efecto inverso. En este caso, se absorbe el calor en una unión y se desprende en otra generando frío. No emite vibraciones, ni ruidos, a excepción del modelo para restauración que incluye doble ventilador (más potentes para producir frío), aunque este es un sonido muy leve y apenas apreciable. Su consumo anual es muy bajo, aproximadamente unos 32 euros/año gracias a que funciona con un transformador a 12 voltios. El mantenimiento es muy sencillo y no necesita apenas servicio técnico. No utiliza aire viciado y es ecológico. La mejor elección Veamos algunos puntos importantes antes de decidir la compra. Vibraciones. El armario deberá tener un bajo nivel de vibraciones y ruidos, pues el vino sufriría considerablemente. Materiales. Evite los revestimientos interiores de plástico que pueden producir olores no aptos para el vino. El interior no debe oler a nada. Asegúrese de que el armario disfruta de un buen aislante (poliuretano no expandido, inodoro), como mínimo de seis centímetros. Si elegimos la puerta de cristal, aunque recomendamos que sea opaca, preguntaremos si dispone de anti radiaciones ultravioleta para preservar el vino. Puede ser de doble o incluso cuádruple cristal. Un truco para saber cuantas láminas de cristal tiene consiste en encender un mechero, cerca del cristal, y observar cuantas llamas se reflejan. Temperatura y humedad. Deberán incluir indicadores de humedad y temperatura en el interior. Circulación de aire. Eviten aquellos que utilicen aire externo, que pueda estar viciado, sobre todo en los restaurantes. Muchas veces los filtros de carbono que incorporan los armarios se saturan y dejan de cumplir su función. Capacidad. Podemos encontrar armarios con capacidades que van desde las 40 hasta 300 botellas o más. Preste atención al número exacto de botellas que se pueden introducir tanto con bandejas como sin ellas. Con las bandejas incorporadas, el espacio se reduce considerablemente, rompiendo nuestras previsiones. Coste anual. Suele rondar entre 32 euros y los 150 euros de media. Bandejas. Observaremos si presentan alguna inclinación no recomendable ya que la mejor postura de almacenamiento es horizontal o, si acaso, un 5% para mantener empapado el corcho, prestando especial atención a si la burbuja se dibuja en el hombro de la botella. Además, en caso de contener depósitos, por efecto de la gravedad, estos se situarían cercanos a la base y no en la panza, facilitando así su decantación natural. Mantenimiento. No se olviden de preguntar por el coste de su mantenimiento (relleno del gas, filtros, etc), ya que, muchas veces, un armario que en apariencia resulta económico, con el tiempo nos puede salir caro. Servicio Técnico. Uno de los aspectos medulares para la decisión de compra. Deberá asegurarse de que tienen una suficiente red de servicio técnico, cercano a donde usted vive. Exija el teléfono de este servicio. Garantía. Este aspecto es clave y determina la durabilidad de nuestro armario. Recomendamos comprar producto español por su calidad y sobre todo por la rapidez con que se pueden adquirir piezas de recambio o reparar posibles anomalías. Se estima que una conservación óptima para los vinos rondará los 15º C, evitando cuidadosamente las oscilaciones bruscas durante todo el año (no debería haber una oscilación mayor de uno o dos grados). La humedad estará entre 65 y 70%, pues por debajo del 50% los corchos se resecan, y por encima del 80% las etiquetas se despegan y, lo que es peor, los corchos pueden desarrollar mohos por exceso de humedad. Cuide de no advertir olores extraños penetrantes. Una prueba para comprobar la ausencia de vibraciones puede ser colocar unas llaves, campanillas o similar en su interior y escuchar si estas emiten algún sonido. Una vez comprobados todos estos aspectos, durante tres o cuatro días, podrá introducir el vino con total satisfacción, aunque no por ello deberá descuidar su control rutinario, hasta que el armario demuestre que es digno de su confianza. En conclusión No crea en las superofertas, sobre todo si son importadas del mercado asiático: seguramente serán vulgares neveras (no recuperan la humedad y resecan los corchos). La fuerte demanda de estos armarios atrae a intrusos, ante los que la ley se muestra ajena, que deterioran la buena imagen de un invento crucial e indispensable para la buena conservación del vino en el entorno ciudadano.

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