- Redacción
- •
- 2005-12-01 00:00:00
Quién se atreve a decir que están pasados de moda? Los obsequios no pasan de moda, ni los ramos de flores o las cestas de fruta o los bombones para los anfitriones, ni los juguetes de Reyes ni, por supuesto, las cestas de Navidad. Eso sí, no vale cualquier batiburrillo de saldos en un pretencioso cesto de mimbres. Lo que se aprecia y se agradece, lo que ensalza a quien regala y complace a quien recibe es la calidad y/o la originalidad. Lo mejor es atender al capricho personal, el vino favorito, el bocado soñado, pero para eso hay que conocer bien al destinatario del regalo. Si no es así, la fórmula infalible es seleccionar lo mejor, sea un Rolls Royce, una paletilla de cerdo ibérico o un bote en el que no caben más que tres espárragos. Esos lujos que no abundan en la compra diaria. Cestas de ensueño en eñ Club del Gourmet El Club del Gourmet de El Corte Inglés prepara cestas a gusto de quien las regala, atendiendo caprichos y presupuestos, pero su experiencia, su conocimiento del gusto de los clientes le permite preparar un variada oferta estándar capaz de complacer a cualquiera. Como muestra, dos cajas de madera que son una presentación a la vez rústica, elegante y práctica. La caja llamada nº 2 (a la izquierda) combina bocados y tragos, una botella de Nekeas, un aromático chardonnay navarro y otra de Viña Mayor, un Ribera del Duero, que siempre es bien recibido. No pueden faltar los turrones, duro y blando de Pablo Garrigós pero que bien podrían sustituirse por los que firma El Corte Inglés, un surtido estupendo. Los bocados de lujo son las codornices de Feliz Soto y el bloc de foie Imperia perfumado al Pedro Ximénez. Y los caprichos, latas para amenizar los aperitivos: mejillones Franco, Pastel de Cabracho Laurel, Delicias de Atún Cambados y pimientos de Prada a Tope y bonito Bastarri para combinarlos y servir rellenos o por separado. De postre, una golosina clásica, marrón glacé hecho en Galicia, tierra de castañas, por José Posada. La compañía de una buena botella Regalo infalible para estas fiestas en las que pintan copas son las buenas botellas, los inevitables espumosos, un buen cava o champagne para los aperitivos, y un tinto socorrido y versatil para los asados. La caja elegida (a la derecha) no puede ser más clásica: el brut imperial de Moet Chandon, y Condado de Haza, el Ribera de Duero de Alejandro Fernández. Seis botellas, tres de cada, que es cifra canónica porque permite disfrutar una celebración íntima y una festiva, en mesa familiar. Dentro o fuera de la cesta, como digestivo entre horas, entre los inacabables menús festivos se impone una botella de Tanqueray Ten. La clásica marca inglesa ha tenido el acierto de una nueva elaboración de gama alta y una fascinante presentación. Combinada en dry martini o gin tonic, o como chupito digestivo, con o sin hielo, luce unos refrescantes tonos cítricos, una complejidad de notas botánicas y una ejemplar delicadeza alcoholica. Y para rematar, un buen whisky En materia de tragos es difícil desbancar a la copa mas extendida del mundo, el whisky. Aunque su sabor y su enjundia exigen tiempo y reposo para la degustación, lo cierto es que ya tienen cabida a cualquier hora, desde el aperitivo a la merienda y las sobremesas. Por eso conviene disponer de al menos dos marcas, dos tipos bien diferentes, que se acomoden a cada ocasión. Jack Daniel’s es un Bourbon americano, ligero, dulzón y licoroso. Por contraste, el Balvenie es la excelencia de los maltas escoceses. Wisky de viejas maltas, maderizado, profundo y lleno de matices. El uno se acomoda a las combinaciones y a los tragos fríos, el otro conviene degustarlo casi puro, incluso sin hielo, apenas diluido con un chorrito de agua fresca. Es así como se expresa en toda su riqueza y permite disfrutar de los aromas profundos de la turba, que son como un viaje al bosque brumoso, a los fríos riachuelos, al fuego de leña en la chimenea, en fin, a lo mejor del invierno: la Navidad.