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Navarra retiene una gran cultura enológica en su historia a la que no pueden resistirse ni siquiera los altos ejecutivos. Miguel Canalejo Larrainzar, empresario navarro, ha vuelto a poner en marcha la tradición familiar dejada en los años 70. El proyecto es casi un capricho donde trabajan sus dos hijos, un viñedo de doce hectáreas plantado con las variedades de moda en Navarra, Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot. Como las cosas bien hechas requieren la solidez que aporta el buen profesional, Miguel ha contratado para la realización de la bodega a uno de los mejores arquitectos, Fernando Redón Huici, para a asesoría de la viña a José Ramón Lissarrague, sabio insigne, y para la elaboración del vino, a Ignacio de Miguel. Con un equipo así sería imposible que el vino saliera malo. Ahora saca al mercado su primera cosecha. Se trata del Pago de Larrainzar 2004, un vino muy equilibrado y de amable trago.